Revista Opinión
Dice Soraya Sáenz de Santamaría, tras llegar a un acuerdo con el PSOE que constitucionaliza la estabilidad presupuestaria, que "la austeridad ya no es una opción, sino una obligación". Olvida la portavoz del Partido Popular en el Congreso, como también parece haber olvidado el Partido Socialista, que numerosos Estados, entre ellos España, decidieron salvar con dinero público a la banca que provocó la crisis financiera, y luego se vieron obligados a impulsar programas de gasto que evitasen el colapso de sus respectivas economías. El déficit, al contrario de lo que pregonan los amnésicos, no fue una opción.
Ya existe una ley de estabilidad presupuestaria que ni siquiera cumple esa derecha que va de abanderada de la austeridad pero que en el primer trimestre del año ha gastado, en las autonomías en las que gobierna, un 10% más que el resto. Se aprueban planes de ajuste y reformas de Constituciones europeas para satisfacer a los mercados, pero nadie ha dado un solo paso para regular a quienes secuestran a Estados que han de ser rescatados con fondos públicos a la vez que se merman los derechos de los ciudadanos. ¿Cuándo dejará de ser una opción el gobernar por y para los ciudadanos, y una obligación regular y poner freno a los especuladores financieros que campan a sus anchas por los soberanos e intocables mercados?