Revista Cultura y Ocio

Austeridad y crecimiento

Publicado el 21 junio 2013 por Culturestblog

Hace unos días escuché en una entrevista a José Mujica, presidente de Uruguay, como éste decía que en Europa la palabra austeridad se había prostituido. Ante esta afirmación me surgió la duda de cuál era el significado correcto de la palabra, porque no sería la primera vez que se pone de moda llamar de una manera a algo que no lo es y todos caemos en ello, y me fui al diccionario. La definición que da es cualidad de austero, pero no contento con ello hice un esfuerzo de investigación y busqué austero. Me salieron cuatro significados de los que destacaré dos. Uno de ellos se refiere a austero como retirado, mortificado y penitente, que está claro que es lo que entienden en Moncloa, Bruselas y Berlín que quiere decir austero. La otra definición es sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes, que quizá encaje más con lo que solemos entender como austero.

En principio no parece incompatible el hecho de ser austeros con que una economía funcione y se creen riqueza y puestos de trabajo, es más, cuando hace algún tiempo se hablaba de la economía sostenible, escuché decir a un economista que ésta no sería ni más ni menos que la economía donde se gasta menos de lo que se ingresa, una cosa muy de andar por casa y de sentido común. Pero entonces me surge una duda, ¿verdaderamente le conviene al sistema capitalista que seamos austeros?, yo creo que no. No creo que le convenga que seamos sobrios, morigerados (bueno, esto a lo mejor da igual), sencillos y sin ninguna clase de alardes. Si llevamos una vida más austera consumiremos menos, si consumimos menos se detiene la demanda, sin demanda no hay producción y sin producción no hay crecimiento, que es por lo claman los que están en contra del “austericidio” (esta no la he encontrado en la RAE), necesitamos crecimiento para crear puestos de trabajo y que las familias puedan consumir y estimular todo lo anterior, de manera que lo que parece es que más que en un sistema económico estamos instalados en la rueda de un hámster, que se para a poco que el roedor deje de correr en ella porque no tiene otra fuente de movimiento que no sea que el ratoncito se deje el pellejo las veinticuatro horas del día dándole vueltas a la ruedecita. No parece un sistema en el que se prime la libertad de los hamsters que son los que hacen, o hacemos, que esto se mueva además de que no se asienta sobre unas bases muy sólidas que digamos.

Así contado parece que no tenemos más remedio que seguir dándole vueltas a la rueda y rezar para que no se pare, como en el caso de la economía española, que no solo se ha parado sino que rueda hacia atrás, para poder mantener un nivel de vida cómodo. El problema son los daños colaterales que genera la maquinaria económica mundial basada en el crecimiento. A esto se opone la más o menos reciente corriente que aboga por el decrecimiento y que, en pocas palabras, propone que vivamos con menos ya que el actual funcionamiento de la economía está agotando los recursos de la Tierra, que son finitos, y contaminando el planeta de manera irreversible. A esto debemos añadir que la voracidad del sistema provoca enormes desigualdades entre las diferentes poblaciones del mundo que quedarían corregidas aplicando la teoría del decrecimiento.

En principio parece difícil de aplicar y lo sería por varias razones. La primera es que los que manejan y deciden las políticas económicas mundiales están más en mantener las cosas como están porque no les va mal del todo. Como mínimo todos estos problemas ambientales y de desigualdad no les afectan o miran para otro lado mientras el dinero siga llegando. La segunda depende de nosotros y de que nuestro consumo sea responsable y no solo dependa de que podamos pagar un artículo. Me explico. Por ejemplo, ¿sabemos a dónde van a parar los electrodomésticos que desechamos por obsoletos, televisores, DVD, teléfonos móviles, etc.? Normalmente cuando los sustituimos entregamos los viejos para su reciclaje y con esto ya nos queda la conciencia tranquila. Lo que a lo mejor no sabemos es que algunas empresas en lugar de hacerse cargo de los residuos, como es su obligación, están enviándolos a países del tercer mundo donde se amontonan en vertederos que están contaminando el aire, el suelo y el agua. O quizá tampoco nos hayamos parado a pensar en los efectos que tiene sobre la Tierra la enorme cantidad de productos envasados que consumimos, ¿sabéis que existe una isla de la basura dando vueltas por el Pacífico de casi el tamaño de tres Españas? En su mayoría está formada por residuos plásticos procedentes del consumo humano. Bolsas, bandejas de comida, botellas, etc. También podemos llamar la atención sobre la contaminación que produce el tráfico rodado. En Pekín por ejemplo ya no saben lo que es la luz del sol a causa del crecimiento del tráfico experimentado en los últimos años. ¿Qué hay de las heridas que deja sobre la tierra la minería en busca de minerales para nuestro consumo? Para esto no hace falta irse muy lejos, en España tenemos varios ejemplos de minas que ya no se explotan y que han dejado enormes problemas de contaminación y terrenos imposibles de recuperar para cualquier otro uso como Aznalcóllar, Riotinto, etc.

minas-de-rio-tinto[1]

Precioso, ¿verdad?

Es hora de que nos demos cuenta del tremendo efecto que tiene sobre nuestro planeta gestos tan inocentes y habituales de nuestro día a día, es hora de plantearnos si es verdaderamente sostenible el modelo de crecimiento constante al que estamos sometidos.


Archivado en: El Rincón de Pensar Tagged: ecología, el rincón de pensar, opinión
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