Una niña de 11 años en Australia, de origen indígena, se suicidó ayer luego de que su presunto violador fuera puesto en libertad. Su madres dio declaraciones al diario The West Australian, donde aseguró que su hija estaba traumatizada y que “no se sentía segura”. Un contraste con su personalidad previa al abuso donde la consideraban alegre y extrovertida.
Para la madre de la niña el sistema de justicia y la policía han defraudado a su hija. El abusador, de edad avanzada, había sido arrestado el mes pasado y acusado de numerosos cargos de abuso sexual o menores. A pesar de eso, la justicia le permitió salir en libertad bajo fianza el mismo día que se presentó.
El perpetrador vive en el mismo pueblo rural de la familia de la niña. Esto ha hecho que la familia no se sienta cómoda teniéndolo tan cerca de su casa. Esto hizo que la pequeña se mantuviese con miedo, a pesar que el acusado tenía una restricción de acercamiento a la víctima.
Los familiares de la víctima indicaron que quieren hacer visible y que se conozca su caso. “Quiero que se escuche” dijo una de las tías.
En Australia el flagelo de los abusos a menores ha atraído la atención del estado y por supuesto de la ciudadanía. Las ciudades o pueblos pequeños son los más afectados y, a pesar de las grandes sumas de dinero que invierte el estado para combatirlo, los resultados son bastante desalentadores.
Este jueves también se acusó a un hombre de 70 años por posesión de material audiovisual de abuso infantil. Esto luego que la policía allanara su residencia en la ciudad de Geraldton. Enfrentará dos cargos por posesión con pena de 15 años cada uno.