Revista Educación

Aute

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Cuanto tenía unos doce o trece años dedicaba muchas tardes a grabar en un casete canciones que en ese momento escuchaba por la radio. En épocas en las que los soportes de audio actuales eran ciencia ficción yo, que además no tenía dinero para comprar casetes originales o vinilos, esperaba atenta en el salón de mi casa, que era donde estaba el equipo de música, a que sonara una de las canciones deseadas para darle a rec y a play y empezar a grabar (pirateo puro y duro, espero que un delito prescrito ya). Cuando completaba las dos caras de la cinta la etiquetaba con el nombre del autor y las canciones pertinentes y la guardaba como oro en paño.

Los cantautores ocupaban muchas de esas cintas; Serrat, que era de los favoritos de mi padre y Aute, un descubrimiento mío al que mi padre posteriormente también se aficionó. Mi padre se sentía muy identificado con las reivindicativas letras con sesgo político de Serrat, supongo que por el momento que le tocó vivir, pero entiendan que yo era una adolescente cuando descubrí a Aute, y comprendí que era imposible que alguien pudiera hablar de amor con tanta pasión, con tanta fuerza, con tanta intimidad y con tanta dulzura a la vez. Sus canciones hablaban de mí, de él, de nosotros... Era difícil no sucumbir.

Pero luego, ya por mi época universitaria, llegó el descubrimiento de un Aute que cantaba al sexo, a los libros, a la religión, al cine, a la belleza, a la tiranía del poder, temas que compartía con otros a los que llegaba tanto como a mí. En mi Madrid universitario las canciones de Aute crearon un vínculo con muchos de mis amigos de por entonces, algunos de los cuales aún conservo. Me consta que su pérdida supone una tristeza que sé que traspasa generaciones. Gracias por tanto y buen viaje Luis Eduardo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog