Auto-exigencia o falta de auto-confianza
Puedes leer este título como una pregunta o como una declaración. De las dos formas, disparará en ti, un momento de reflexión. Eso espero…
La auto-exigencia puede tener “buena prensa”, en el sentido de interpretar que el que es auto-exigente, es a la vez, responsable, esforzado, buscador de la excelencia.
Sin embargo, me surge la pregunta: ¿Es el auto-exigente un buscador de la perfección?
Si la respuesta es sí, estamos en problemas.
La perfección debe ser una “meta para no conseguir”, a los fines de poder seguir creciendo. ¿Cuál es la “meta a conseguir”? La excelencia. La búsqueda de la excelencia no tiene que presionarnos porque es el resultado de la práctica con la que se persigue en cada intento, una mejora.
Cuando algo es perfecto… ¿Podemos seguir mejorándolo?
Y de otra forma: ¿Existe algo que pueda ser perfecto, que no acepte ningún tipo de mejora?
Colijo que la perfección es imposible, y si le agregamos a esto, los conflictos personales que puede llegar a generar su búsqueda, es tiempo de que podamos cambiar nuestra mirada al respecto.
¿Qué problemas personales?
Angustia.
Depresión.
Estrés.
Bloqueo.
Inercia.
Postergación.
Puedo seguir pero creo que es suficiente con estos ejemplos para que puedas visionar el mundo del perfeccionista.
Busca la excelencia, no la perfección.
La perfección no es un fin, es un camino que se llama excelencia. Anónimo
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La auto-exigencia es un espejismo que oculta tu falta de auto-confianza
El auto-exigente busca la perfección. No porque está equivocado, sino porque no se da cuenta de su motivación desorientada.
Buscar la perfección…
Nos hace perder el foco. Nos enfocamos en detalles perdiendo la visión de la meta a alcanzar.
Nos estresamos y angustiamos convirtiendo el camino hacia lo que queremos, en una tortura.
No tenemos en cuenta el alto valor de equivocarnos. La única forma de aprender es equivocarnos. La equivocación es la fuente mayor de aprendizaje que existe.
Postergamos, postergamos y postergamos porque nunca nos sentimos suficientemente preparados para emprender la acción. Nos “devanamos los sesos” tratando de averiguar qué más podemos hacer para hacerlo bien de primera, sin lugar a la equivocación.
¿Termina este juego de dilación alguna vez?
¿Tú qué opinas?
Es como el juego desgastante del indeciso, el que se juega a nivel de nuestras conversaciones internas limitadoras.
Vamos a la práctica… ¿Te parece?
En el caso de un estudiante…
¿Quién le preguntará qué nota sacó en una materia determinada de su carrera para contratarlo como profesional de su rama?
En el caso de un empleado…
¿Qué se tendrá en cuenta al momento de evaluar la realización de una tarea?
¿Las veces que se equivocó para llegar a presentar un trabajo brillante o la brillantez de su trabajo?
(¿Estoy siendo clara?
A ti, perfeccionista…
¿Te centras en lo que tienes o en lo que te falta?
¿Cuentas tus talentos y virtudes o tus errores?
¿Tienes una expectativa positiva o estás esperando un fracaso?
¿Es parte de tu vocabulario el “sí, pero”? (El “pero” anula todo lo anterior dicho/escrito).
¿Está mal querer ser el mejor?
¡No! De ninguna manera… siempre y cuando puedas mantener tu equilibrio mental y emocional en el proceso. Y aquí, una salvedad: Para iniciar un camino para el logro de un objetivo, primero necesitas estar equilibrado mental y emocionalmente, no pretender estarlo o llegar a este estado en el transcurso del proceso.
Pregúntate:
¿Qué me molesta de esto que tengo que hacer?
¿Cómo podría enfocarme en esta tarea de una manera tranquila y sintiéndome bien?
¿Estoy ocultando algo? Es decir… ¿Es esto que siento la muestra de alguna otra debilidad mía?
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Y aquí nos enfrentamos (literalmente, damos la frente con eso), con la otra cara de la moneda.
¿Cómo está tu auto-confianza?
La confianza, y por extensión, la auto-confianza, es un juicio, y esa es la gran noticia que subyace a este tema, puesto que como tal, podemos cambiarlo con un profundo trabajo de coaching sobre nosotros.
Cuando tu auto-confianza está débil, tu autoestima también lo está.
No crees en tu poder personal, no sientes tu capacidad y por lo tanto, estás limitado para generar habilidades a partir de ella.
La falta de confianza en nosotros mismos está oculta en nuestro comportamiento auto-exigente.
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Nos auto-exigimos porque nos sentimos débiles, inseguros, y lo hacemos como una suerte de comprobación de que si nos esforzamos –aun hasta límites insanos- podremos recuperar la confianza. Algo así como un auto-engaño que resulta de tener la idea de estar engañando a los demás.
Veamos:
No creo que pueda hacer algo, no tengo confianza en mí, sufro de una gran inseguridad. Entonces, me muestro con una auto-exigencia límite que “da la impresión a los demás”, de que soy el más esforzado, el más responsable, etc. Al que no se le nota que no tiene auto-confianza.
Para recuperar un nivel armónico de acción, necesitamos primero trabajar nuestra auto-confianza. Esa integridad que la misma nos trae, nos liberará del yugo de la auto-exigencia, tan nociva para nuestro Ser.
Las personas son como ventanas con vidrios de colores. Resplandecen y brillan cuando el sol está afuera, pero cuando hay oscuridad su verdadera belleza se revela solo si hay luz desde el interior. Elisabeth Kübler-Ross
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Las personas son como ventanas con vidrios de colores. Resplandecen y brillan cuando el sol está afuera, pero cuando hay oscuridad su verdadera belleza se revela solo si hay luz desde el interior. Elisabeth Kübler-Ross
La confianza no viene de tener siempre la razón, sino de no tener miedo a equivocarse. Peter T. Mcintyre
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Dale lugar a tu humanidad, a tu falibilidad y tu valor para equivocarte.
Comienza con un trabajo profundo sobre tu Autoestima. http://ritatonellicoach.com.ar/autoestima-autoestima-autoestima/
Trabaja tu confianza con un Coach.
Prioriza tus necesidades humanas.
La auto-exigencia desaparecerá de tu vida, y con esto, tus angustias y estrés.
¿Cómo está tu auto-confianza?
¿En qué medida valoras lo que tienes?
Cierta vez, entre las colinas, vivía un hombre poseedor de una estatua cincelada por un anciano maestro. Descansaba contra la puerta de cara al suelo. Y él nunca le prestaba atención.
Un día pasó frente a su casa un hombre de la ciudad, un hombre de ciencia. Y advirtiendo la estatua, preguntó al dueño si la vendería.
Riéndose, el dueño respondió: “¿Y quién desearía comprar esa horrible y sucia estatua?»
El hombre de la ciudad dijo: “Te daré esta pieza de plata por ella”. El otro quedó atónito, pero agradado.
La estatua fue trasladada a la ciudad al lomo de un elefante. Y, luego de varias lunas el hombre de las colinas visitó la ciudad y, mientras caminaba por las calles, vio una multitud ante un negocio y a un hombre que a voz en cuello gritaba: “Acercaos y contemplad la más maravillosa estatua del mundo entero. Solamente dos piezas de plata para admirar la más extraordinaria obra maestra”.
Al instante, el hombre de las colinas pagó dos piezas de plata y entró en el negocio para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola pieza de ese mismo metal. Kahlil Gibrán
Por el placer de compartir