En España los no católicos estuvieron perseguidos y discriminados durante muchos siglos. Tras alguna tolerancia, en 1992 el Estado firmó unos acuerdos que protegían a las creencias minoritarias consideradas “de notorio arraigo”: protestantes, judías y musulmanas.
Ahora, en libertad, aparecen miembros de esas minorías autodiscriminándose para obedecer sus dogmas, lo que estaría bien si no fuera que pueden perjudicar a las mayorías, sean católicas, agnósticas o ateas.
Un caso actual es el de tres enfermeros aspirantes a otras tantas plazas de las 1.600 convocadas en la Comunidad de Madrid que por razones religiosas opositarán en fecha diferente a los 43.500 inscritos.
Las pruebas generales se celebrarán el 4 de octubre, sábado, pero los tres de fe judía ultraortodoxa y adventista del séptimo día, que no trabajan en su fecha sagrada, las pasarán el domingo, día 5.
Los examinadores de fe cristiana no adventista que tienen como día santo, el menos teórico, el domingo, ¿podrían rechazaran trabajar ese día y no examinar a los tres autodiscriminados?
La Ley de Libertad Religiosa 24/1992 trató de enmendar los errores del pasado y no calculó qué podría pasar dos décadas después al ordena buscar fechas distintas para actividades oficiales, como oposiciones, “entre la puesta del sol del viernes y la puesta del sol del sábado”. Para los musulmanes, un día antes.
Pero representantes de los casi 43.500 que llegarán a Madrid de toda España, se oponen porque ellos también podrían solicitar otras fechas por muertes de familiares, enfermedades, accidentes o mil razones tan sentimentales como una religión.
El caso de estos enfermeros es excepcional, pero si los motivos religiosos son tan respetados, cuidado con lo que le espera a la sociedad española, algo que ya sufren en países como el Reino Unido.
Porque el creciente integrismo de muchos creyentes musulmanes, que por las leyes de igualdad deberán ser contratados obligatoriamente, impondrán, por ejemplo, no atender a homosexuales, mujeres o ciegos con perros-guía, ni despachar alcohol o cerdo en los supermercados.
Además de tener que preparar comida halal en colegios y centros públicos para ellos y sus hijos, pronto podríamos ver lugares segregados obligatoriamente y burkas tras las ventanillas de cualquier oficina oficial.
Los partidos democráticos, con apoyo de los líderes religiosos con sentido común de las minorías, deben proponer las reformas legales necesarias para respetar también los derechos de las mayorías.
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