Revista Moda

Autoescuelas: claves para aprender a conducir con confianza

Publicado el 03 julio 2025 por Alvaro @lepetitshowroom

Hay momentos en la vida en los que uno siente que aprender a conducir en Vigo es casi como ponerse a domar un dragón. Entre rotondas interminables, subidas imposibles y esas señales de tráfico que parecen tener vida propia, los futuros conductores pueden verse abrumados antes siquiera de sentarse tras el volante. Pero, pongámonos en situación: ya te has puesto las pilas, has memorizado el código de circulación como si fuese la letra de tu canción favorita y llega el gran día, las prácticas. Las palmas sudan, el corazón acelera y al fondo, tu profesor —ese héroe sin capa— te observa con una mezcla de paciencia y resignación. 

La confianza, ese ingrediente misterioso que parece fuera de alcance cuando acabas de estrenarte en el mundo del embrague, no surge por arte de magia. Se va cocinando a fuego lento, con errores, risas y alguna que otra anécdota para el recuerdo. Que levante la mano quien no haya estacionado el coche justo en mitad de un paso de peatones o aparcado de forma tan creativa que ni el GPS sería capaz de encontrarte. Aprender a conducir se parece más a una comedia improvisada que a un filme de acción; los protagonistas se tropiezan, toman desvíos y, lo más importante, se atreven a volver a intentarlo.

La ciudad de Vigo, con sus cuestas legendarias y el tráfico en constante movimiento, se convierte en un verdadero campo de entrenamiento para aquellos que desean dominar el arte de conducir sin perder la calma (ni el humor). Tan pronto te ves enfrentando ese arranque en pendiente que parece ideado por algún bromista de la ingeniería civil, como intentando navegar por una glorieta donde los intermitentes parecen ser un mero adorno. Por suerte, aquí es donde la figura del instructor cobra especial importancia. No solo te guían por las reglas del camino, también transmiten trucos, consejos e incluso ese chiste justo antes de la inevitable maniobra fallida para relajar los nervios. 

Aprender a manejar no va solo de aprobar un examen ni de conseguir ese ansiado plástico rosa. Es una aventura en la que se mezclan la responsabilidad, la paciencia y el compromiso. La práctica hace al maestro, repiten los entendidos, y razón no les falta. Casi nadie logra fusionar marchas, prestar atención a los espejos, respetar las señales y sonreír todo al mismo tiempo en los primeros intentos. Pero aquí está el secreto: cada pequeño avance, por insignificante que parezca, es un logro. Si la semana pasada tu mayor reto era salir del garaje sin golpear el cubo de la basura, celebra la victoria. Hoy puede que tus giros sean dignos de una orquesta sinfónica y mañana, quién sabe, quizás seas esa persona que ayuda a otros conductores novatos aparcando con elegancia en las zonas más apretadas del centro.

Aunque es fácil caer en el miedo o el bloqueo, resulta más útil ver el proceso como una puerta a nuevas libertades y oportunidades. Con cada kilómetro recorrido, el respeto por las normas y el civismo en la carretera crecen de manera natural. Nadie nace sabiendo poner los intermitentes a tiempo, ni adivinando qué harán los demás conductores, pero poco a poco uno aprende a anticiparse, a leer los gestos del tráfico y a confiar en sus propios reflejos. La seguridad al volante no viene solo del conocimiento técnico, sino del convencimiento de que, pase lo que pase, podrás manejar la situación.

Ir adquiriendo destreza y soltura lleva su tiempo, pero cada vez que logras superar una situación imprevista (como un peatón despistado o una furgoneta que decide frenar de golpe), tu confianza crece de forma exponencial. La constancia se convierte en tu mejor aliada, seguida de cerca por el sentido del humor: reírse de los propios errores es el mejor remedio para el temido miedo escénico de la conducción.

Si alguna vez te sientes abrumado al pensar en ese examen práctico que parece el juego de memoria más difícil del mundo, prueba a recordar cuántas cosas nuevas has aprendido desde tu primer día tras el volante. Da igual si todavía te cuesta dominar ese arranque en cuesta o si los cambios de carril te parecen una coreografía digna de bailarines profesionales: cada experiencia suma y te acerca un poco más a convertirte en ese conductor seguro y confiado que un día soñaste ser. Al final, la carretera siempre tiene alguna lección reservada y, con actitud positiva y algo de perseverancia, terminarás tomando cada curva como si fuese la más sencilla del mundo.


Volver a la Portada de Logo Paperblog