Es la capacidad que tienen las personas para establecer sus propias normas y regirse en base a ellas para tomar sus propias decisiones. En psicología solemos describirla como aquella capacidad que tenemos las personas de sentir, pensar y tomar decisiones por nosotros mismos; abarcando distintos elementos que refieren la autogestión personal.
Según Carol Ryff, cuando su nivel es óptimo somos capaces de resistir ante presiones sociales, regula nuestra conducta y se autoevalúa con sus propios criterios, siendo independiente y con determinación.
En cambio, cuando su nivel es bajo presentamos una baja asertividad, no mostramos preferencias, nuestra actitud pasa a ser sumisa y complaciente y presentamos indecisión.
Siguiendo este modelo, para conseguir un grado alto de autonomía deberemos ser capaces de desplegar una fuerza mayor para resistir a la presión social e incluso a nuestros propios impulsos.