No puedo hablar de mi adolescencia literaria sin hacer mención alguna a Laura Gallego García, esa escritora valenciana que trastocó la literatura juvenil española con su trilogía fantástica de Memorias de Idhún (entre otros muchos libros). Hasta que MDI vio la luz, no había vivido un fenómeno de tal calibre en el panorama español. Como yo lo viví, a nivel nacional el fenómeno idhunita fue equiparable al fenómeno potterhead que se dio en todo el mundo. La literatura fantástica española vivió una revolución tras la aparición de Laura Gallego, una de mis escritoras predilectas de mi adolescencia que aún a día de hoy me hace disfrutar con su privilegiada imaginación.
Laura Gallego García (Valencia - 11 de octubre de 1977) es una escritora española de literatura infantil y juvenil. Desde muy pequeña tuvo claro los pasos que quería seguir, ya que con tan solo 11 años escribió junto a una amiga Zodiaccia, un mundo diferente (disponible en su página web). Con 21 años, mientras estudiaba filología hispánica, publicaría su primera novela, Finis Mundi, ganadora del Premio Barco de Vapor. Después de ello llegarían títulos como Mandrágora o la tetralogía Crónicas de la Torre. Pero su mayor logro hasta la fecha fue la trilogía Memorias de Idhún, cuyo primer título vio la luz en 2004, traducida a varios idiomas y con más de 750.000 ejemplares vendidos. Le han seguido algunos títulos como: Alas de fuego, Donde los árboles cantan, El libro de los portales o Todas las hadas del reino.
Laura es una de esas escritoras que nunca me cansaría de recomendar, independientemente de la edad que cada uno/a tenga. Mi primera toma de contacto fue recién entrada en mi adolescencia, cuando tenía 13 años. Durante esa época devoraba y compraba cada libro de ella que salía a la venta y me perdía entre sus páginas y sus mundos imaginarios, especialmente en Idhún.
Su forma de escribir siempre me ha parecido muy dinámica, combinando narración, descripción y diálogo de una manera muy fluida, y profundizando en todos los aspectos. Sus personajes me resultan todos bastante carismáticos y complejos y eso es algo que siempre agradezco en los/las escritores/as. No hay nada que me guste menos que los personajes planos (bueno, sí, las historias sin argumento), pero en el caso de Laura esto no suele suceder ya que todos los personajes cobran vida propia.
Reconozco que en mi transición de la adolescencia a la madurez, tuve un distanciamiento temporal con sus novelas. Perdí un poco el entusiasmo que sentía antaño cuando sus novelas eran publicadas, y aunque me compré nada más salieron algunas de sus novelas (Donde los árboles cantan y El libro de los portales), los dejé abandonados en mi estantería y no fue hasta este año que los retomé. Y con qué buenos resultados, especialmente Donde los árboles cantan para mí fue un tremendo soplo de aire fresco, dentro de un género que hacía bastante que no tocaba (la fantasía juvenil).
Este parón temporal funcionó para mí, ya que cuando me sumergí en la lectura de DLAC después de cuatro años, fue como si la magia que Laura me transmitía cada vez que leía uno de sus libros nunca hubiera desaparecido. Y creo que eso es importante; que después de tantos años, después de crecer y después de tantos cambios en mi vida, que una de mis escritoras favoritas de mi adolescencia siga teniendo la capacidad de engancharme y de conmoverme me resulta muy especial.
Tiene libros mejores y peores, como todos, pero su esencia es palpable en todas sus novelas, y la verdad es que la literatura española puede sentirse afortunada de tener entre sus filas a Laura Gallego, cuyo impacto en la literatura juvenil ha sido -y es- enorme. Ver cómo sus libros se siguen vendiendo y como jóvenes -y no tan jóvenes- siguen pendientes de las historias de esta escritora, resulta esperanzador. Sus libros siguen transmitiendo magia a pasadas, presentes y futuras generaciones de lectores y lectoras.