Revista Libros

Autores que mejoran y autores que se estancan

Publicado el 06 septiembre 2013 por Rusta @RustaDevoradora

Autores que mejoran y autores que se estancan La trayectoria de un escritor —como la de cualquier otro profesional, en realidad— tiene situaciones curiosas. En general, los autores mejoran con el paso del tiempo: conocen mejor su propia escritura, han practicado más, tienen muchas lecturas a sus espaldas y pueden proponerse retos más ambiciosos. Siempre me ha parecido interesante comparar las obras de un mismo autor, puesto que una primera novela escrita a los treinta años nunca puede ser igual que una sexta o una séptima redactada a los cincuenta. Por ejemplo, en Irène Némirovsky, una de las escritoras a las que más admiro, se nota una evolución considerable desde los libros que publicó con apenas veinte años, como El baile, y sus últimas novelas (Los perros y los lobos, Jezabel, El vino de la soledad…): las segundas son infinitamente más ricas en matices, denotan una mayor madurez literaria y la voluntad de querer construir algo más grande que una sencilla nouvelle. Se puede decir que supo crecer como escritora. Sin embargo, en algunos casos sucede lo contrario: el autor empieza bien, pero después va en caída libre y sin frenos, incapaz de recuperar el nivel inicial, tal vez porque nunca fue lo suficiente buen escritor o porque se ha obcecado en repetir el mismo esquema que le funcionó una vez. En este sentido, me vienen a la mente autores de éxito como Marc Levy o Nicholas Sparks, a los que leí con fruición durante mi adolescencia y después dejaron de interesarme. Los dos debutaron con obras que funcionaron muy bien y que, sin ser nada del otro mundo, aportaban algún matiz distinto al género romántico (el componente mágico de Ojalá fuera cierto y el Alzheimer en El cuaderno de Noah, respectivamente). No obstante, si uno sigue leyendo los libros de ambos se dará cuenta de que el resto de su obra es un quiero y no puedo, una repetición de lo que escribieron en su día que carece del factor sorpresa que les hizo sobresalir en su momento. En las últimas oportunidades que les di, hasta me tomaba sus libros con humor: «A ver dónde está el truco mágico en la nueva novela de Marc Levy, a ver si nos vuelve a plantar al dúo del amigo sensible y el amigo bruto…», «A ver quién muere esta vez, a ver qué giro le da Sparks para convertir esto en tragedia», y no me equivocaba. Leído uno, leídos todos. De todas formas, entre los autores que no logran estar de nuevo a la altura de sus primeras novelas también hay escritores respetables, como Louisa May Alcott. Fue una autora muy prolífica —la Wikipedia cita más de treinta libros—, pero ha pasado a la historia por Mujercitas, novela que publicó a los treinta y seis años. Sus libros posteriores siguieron esa estela y tuvieron una buena acogida en su época, pero hoy en día son bastante desconocidos, incluso me he encontrado con lectores que piensan que fue autora de un solo libro. Supongo que cuando se escribe una obra maestra resulta muy difícil mantener ese nivel; les pasa a todos los escritores, pero a los que la publican a los treinta se les nota más que a los que lo hacen con cincuenta años, básicamente porque el número de publicaciones «después de» suele ser mayor. En estos casos me muestro más comprensiva: no espero una segunda o una tercera obra maestra, sino una buena novela con el sello personal del autor. Casi siempre la encuentro. En conclusión, pienso que la tendencia natural en un autor serio es progresar con el tiempo y la experiencia hasta llegar al punto álgido, a pesar de que a lo largo del camino se produzcan algunos bajones puntuales. De todas formas, para mí lo malo no es tanto bajar un poco el nivel, sino el hecho de estancarse y limitarse a repetir una fórmula, aunque sé que habrá lectores que no estén de acuerdo conmigo porque lo que se espera de algunos autores es precisamente eso, que vuelvan a ofrecernos el mismo tipo de producto que nos gustó una vez, sin arriesgar ni ir más allá. Yo me he cansado de eso; busco una determinada voz personal, no una repetición. ¿Qué opináis del tema? ¿A qué autores pondríais como ejemplo de cada situación?

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