Hace un tiempo, me dediqué a escribir retratos de personas. Por supuesto salieron los buscapleitos a decir que si escribía sobre todo el mundo menos sobre mí. Y para que vieran que no me duelen prendas en hablar de mí, escribí este autorretrato, sincero, realista y comedido, como no podía ser de otro modo en alguien con mi inmodestia.
Siéntense a leer y lean
este curioso relato
de un tipo que se empeñó
en contar su autorretrato.
Era alto y bien plantado
era moreno y garboso
era según las mujeres
de todos, el mas hermoso.
Era un cofre de virtudes,
entre ellas, la humildad,
ingenio, arte, salero,
¿qué mas quieren, quieren mas?
Cosa que se propusiera,
siempre veía realizada,
nada se le resistía,
lo dicho señores, nada.
La diosa Venus pensó,
en el Olimpo aburrida,
a ese tipazo moreno,
conmigo me lo traería,
le pondría piso y coche,
Visa Oro y ropa fina.
Y tal como lo pensó,
se lo llevó a mejor vida.
El dios Eros, que vertía
aceite sin ton ni son,
mirando sus revolcones,
se moría de pasión,
y cuando Venus salía
a comprar en los mercados
al galán se le acercaba,
con intención de tentarlo.
Yo te doy Visa Platino,
buen perfume y buena seda
sólo por decirle a Venus,
que conmigo tú te quedas.
Pero hemos dicho al principio
las bondades del galán
y la traición no formaba
parte de su bello ajuar.
Lo siento mi hermoso Eros
pero aquí y en Varilocha
rechazo tu hermoso cetro
y a Venus cojo la concha*.
Y esto es lo que pasó
y he salido a los caminos
a contaros el retrato
de un personaje divino.