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“El hombre puede y aun tiene que detener ese ‘tener que estar viviendo’ para entrar en sí, en ese lugar donde su soledad le aguarda” (María Zambrano (1)).
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“La soledad no nace porque uno no tenga a nadie a su alrededor sino más bien porque las cosas que a uno le parecen importantes, no puede comunicarlas a los demás, o considera válidas ideas que los demás tienen por improbables (…) Cuando un hombre sabe más que los demás, se queda solo. Pero la soledad no surge necesariamente en oposición a la comunidad, puesto que nadie siente más la comunidad que el solitario” (Carl G. Jung[2]).
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“Cada distancia que el hombre conquista con respecto al resto del universo, le crea una soledad que al principio le da terror y remordimiento” (María Zambrano[3]).
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“La soledad es una exasperación ontológica de nuestro ser. Se es más de lo necesario. Y el mundo, menos”(Emil M. Cioran[4]).
(0) PORTADA: 0A-María Zambrano: “La confesión, género literario”, Siruela, p. 46
0B- Ortega y Gasset: “Vitalidad, alma, espíritu”, en “El Espectador”, Vol. V, O. C. Tº 2, p. 469.[1] María Zambrano: “Persona y democracia”, Madrid, Siruela, 1996, p. 150
[2] Carl G. Jung: “Recuerdos, sueños, pensamientos”, Barcelona, Seix Barral, 1981, pp. 359-60.
[3] María Zambrano: “Hacia un saber sobre el alma”, Madrid, Alianza, 1987, p. 28.
[4] Emil M. Cioran: “El ocaso del pensamiento”, Barcelona, Tusquets, 2000, p.100.
