Revista Belleza
Buscando información para escribir mi entrada, encontré “La Teoría de la Justicia” del filósofo estadounidense John Rawls. Y os preguntaréis qué tendrá que ver este tratado y su sesudo autor con la avaricia ¿verdad?. Pues tiene una explicación muy sencilla, porque dice literalmente: “No hay nada en nuestra genética que incluya sentimientos tales como la generosidad y el altruismo. Por esa situación biológica, la sociedad tiene que hacer esfuerzos enormes mediante la educación, la religión y el castigo para que los seres humanos se comporten como si viniesen desde la gestación con esos valores”. ¡¡Eureka!! eso significa que somos avariciosos por genética, naturaleza, biología o como queráis llamarlo. Es decir, los seres humanos somos pecadores porque sí... Lamentablemente, la tesis Hobbiana acerca de la maldad humana se demuestra diariamente en los medios de comunicación; aunque me resisto a esta teoría porque en realidad, y por fortuna, hay más personas buenas que malas en este caótico mundo. Siguiendo con mi “investigación”, encontré un término realmente curioso, el“psicópata avaricioso”.Sí, sí, como lo estáis leyendo, también hay psicópatas en este mi pecado. Son aquellas personas que ya desde niños quieren poseer cosas, juguetes, dinero de manera desmesurada y excesiva. Cuando crecen, poseen una moral liviana respecto a los actos que les pueden llevar a un provecho personal, es decir, para ellos “el fin SÍ justifica los medios”. Son competitivos y quieren ser los que tienen más, los que ganan más. No son generosos ni gastadores, vigilan obsesivamente los gastos y pueden llegar a utilizar la misma ropa durante largo tiempo para no gastar. He leído la historia de un avaro famoso de avanzada edad, que durante una larga negociación que terminó a las cuatro de la mañana, en sus oficinas, no dio comida ni bebida a los numerosos profesionales que estaban participando en el complicado trato comercial. Lo único que le interesaba eran las cifras y lo que más temía era equivocarse en su evaluación de futuras ganancias. Personalmente no sentía hambre, ni sed ni frío pues estaba en lo único que le emociona en la vida: hacer dinero. (Y con ese sistema de tenerlos a todos sedientos y hambrientos, seguro que llegó un momento en que firmarían cualquier documento que les pusieran delante. A este señor tendría que presentarle yo a Lady Gula). Pensando en este tipo de psicópatas avariciosos, se me vino a la cabeza la Mafia. Con su afán de acumular riquezas por cualquier medio, sobre todo ilícitos, se han hecho tristemente famosos, entre otras cosas, por la cantidad de cadáveres que dejan a su paso. Como todos sabemos, la Mafia nació en la región de Sicilia, Italia, en donde se autodenominó Cosa Nostra. En su origen, era una confederación dedicada a la protección y el ejercicio autónomo de la ley y (justicia vigilante) y, más adelante, al crimen organizado. Sus miembros se denominaban a sí mismos «mafiosos», lo que no deja de ser irónico porque significa, ‘hombres de honor’ (se ve que entendemos el significado de honor de diferente manera...). Los miembros de los distintos clanes mafiosos emplean una serie de «códigos de honor», inviolables, de los cuales el más conocido es la omertá o ley del silencio. Sin embargo, lo bueno de los mafiosos es que han dado mucho juego en el cine y la literatura. Y esta es la tonta demostración de que de todo se saca algo positivo... Lo malo de mis “investigaciones” (si ya lo sé, que me puede la soberbia, porque llamar a esto investigación es muy atrevido por mi parte), a lo que iba, lo malo de mis estudios (juaaasss) es que una cosa me lleva a la otra y así ahora me encuentro en el Imperio Romano porque según el historiador Paul Veyne, el Imperio Romano tenía la estructura de una gran mafia, en la cual no existían restricciones para la ley del más fuerte y solo el clientelismo permitía la supervivencia de los débiles, pobres o pequeños. El fraude, la estafa, el robo y la violencia, incluyendo las violaciones, no eran considerados delitos criminales, sino privados y, al no existir la policía, cada ciudadano debía tomarse la justicia por su mano. Y todos sabemos que el hedonismo, el lujo y la autocomplacencia eran características de esta época. Claro que a éstos también hemos de agradecerles no solo sus grandes contribuciones a la humanidad, sino también las grandes películas y libros inspirados en ese momento clave de la historia. Y sin salir de Italia, me quedo en el Vaticano. Ya ayer mi querida Lady Soberbia ilustró de manera soberbia su opinión sobre lo que allí se cuece y no puedo estar más de acuerdo con ella. Creo que los grandes avariciosos de la historia, son precisamente la cúpula vaticana. Nadie acumula más tesoros que ellos. Y, por favor, no se me revolucionen; sin duda hay maravillosas personas que en nombre de Dios hacen grandes obras por los demás (y que nadie se olvide que la caridad no es terreno exclusivo de los católicos), pero sus representantes son indecentes y totalmente contrarios a las enseñanzas de Jesucristo. Así que, como además de la avaricia, me puede la soberbia, quisiera recordar a todos estos señores que se cubren de oro, joyas, lujos y demás, algunas de las palabras de la Biblia y que cada uno lo interprete como quiera. Jesús dijo en Lucas 16:13"No puedes servir a Dios y al dinero". También recuerdo otro hecho, que precisamente en esta época sucedió... Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas:“Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”. ¿¿¿Qué pensaría ahora del Vaticano???. (Mc12,38-44): En aquel tiempo, dijo Jesús a las gentes en su predicación: «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa. Y a pesar de parecer reiterativa, ¿¿¿qué pensaría Jesucristo del Vaticano???. Jesús les dice a los ricos: "No amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socaven y roben. Amontonad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan ni ladrones que socaven y roben. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón". (Mt 6, 19-21). Uuuuuiiissssss ¿¿¿tengo que volver a preguntar lo mismo...??? Y ahora no sé si ver Indiana Jones y la Última Cruzada para regodearme con la escena en la que Indy encuentra el Santo Grial. Maravillosa escena en la que el nazi malo (por cierto, nazi y malo es una redundancia ¿no?) elige un cáliz de oro y piedras preciosas y el famoso arqueólogo, utilizando una lógica aplastante, escoge uno de madera.... (como diría mi idolatrado Sheldon Cooper “¡¡zas, en toda la boca!!”).