Revista Cine

‘Avé’ viajando por Bulgaria o cualquier otro lugar

Publicado el 30 mayo 2013 por Maresssss @cineyear
in cineMUnDO / by Sergio Ceballos de la Torre / on May 30, 2013 at 7:26 pm /

band_bulgariaHoy llego a un país que tiene más en común con el nuestro de lo que a priori podríamos imaginar: Que la serie ‘Verano Azul’ fuera un exitazo allí o que ‘Los hombres de Paco’ también sean reconocidos por los telespectadores búlgaros, nos puede parecer un poco extraño, pero es totalmente cierto. No sé si será porque tienen una latitud similar o porque ambos países se encuentran (geográficamente hablando) en un punto de encuentro de diferentes culturas y religiones (Cristianismo por un lado e Islamismo por otro), pero Bulgaria y España no están tan lejanas en cuanto a sentimientos y formas de ver el mundo. Eso sí, en cuanto a producción cinematográfica, la de Bulgaria es bastante más limitada, aunque también tienen preferencia por ver películas estadounidenses, como en nuestro país. Algunos de los directores más interesantes de este país balcánico son: Metodi Andonov, Zako Heskija o Vulo Radev. Por supuesto, Konstantin Bojanov, el director de ‘Avé’, la película de hoy, es otro cineasta a tener en cuenta y cuyos pasos habría que seguir.

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Un aspecto que encaja muy bien con esta sección (para quien no lo sepa, recuerdo que cineMUnDO nace de la necesidad de transmitir con ejemplos cinematográficos que son más las similitudes entre las personas de distintas partes de nuestro planeta que las diferencias, y que lo local se puede emplear muy bien para hablar de asuntos globales) es el que resalta el propio Konstantin Bojanov en esta entrevista: “Quería una historia que hablase un lenguaje universal, como las novelas de William Faulkner”, donde contesta a si era importante situar la película a un nivel humano independientemente de su situación geográfica.

La necesidad de sentirse acompañado, unida a la capacidad de evadir la realidad utilizando la imaginación, son probablemente las principales características de ‘Avé’ (refiriéndome tanto a la película como a su protagonista, ya que son homónimas); y estas particularidades, que se pueden reflejar en comportamientos humanos de todos los rincones de nuestro planeta, son las que nos unen con ella, las que hacen que nos sintamos identificados de algún modo con el personaje principal, aunque en ocasiones llegue a tener un comportamiento incluso irreverente.

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Una fotografía discreta, aunque bien trabajada, plasma la tristeza del fondo de la situación. La cámara, generalmente estática, pocas veces sitúa al espectador en el entorno de lo que ocurre, centrándose casi siempre en los personajes principales y en sus interacciones.

La música tiene piezas de orígenes muy diversos, entre las que destacan las composiciones a piano, guitarra y algún tema pop indie que encaja a la perfección con los modos de hacer de esta producción.

 

El guión está trabajado en los aspectos más pequeños, de relaciones entre las personas y sus comportamientos. La historia que engloba a los protagonistas es más bien sencilla: un chico decide ir al entierro de su amigo haciendo autostop, cuando aparece una chica que, no se sabe muy bien porqué, le sigue y se une a su viaje, para terminar compartiendo más que un largo viaje de vehículo en vehículo a lo largo de su país. Ella esconde secretos, y se irán desvelando a lo largo del filme, que no se quiere quedar en la anécdota de los adolescentes que viajan juntos casi porque el destino los ha unido. Cada fragmento de viaje muestra una pequeña historia con sus acompañantes, que emplean diferentes medios de comunicación: turismo, camión, furgoneta, familiar, e incluso autobús, barco y tren.

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En este sencillo filme (que no fácil), la pareja protagonista parece que no tuvo un buen entendimiento, lo que contribuyó a generar la imagen apropiada en los momentos oportunos; la chica, Angela Nedyalkova, pese a no tener experiencia cinematográfica previa, logra enamorar a la cámara e interpreta con convencimiento a un personaje arriesgado, embustero y, pese a todo, carismático; el chico, Ovanes Torosian, sí que es un actor profesional, que ha trabajado anteriormente en la gran pantalla. Su personaje muestra la calma, la madurez y la honestidad que no tiene su compañera de viaje, que, probablemente por eso mismo, es por lo que se genera una atracción mutua y conectan (aunque no siempre).

 

El público al que se dirige este largometraje es el que disfrute conociendo pequeñas historias humanas; el que no requiera grandes alardes técnicos y crea que los jóvenes pueden ofrecer mucho más que botellones y hormonas descontroladas.


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