Día 2
Hoy hemos amanecido con un espléndido sol aunque en las noticias anunciaban lluvia, así es que nos preparamos un buen desayuno el cual, cómo no tomamos en el porche y nos preparamos para ponernos en marcha. Hoy iremos en dirección a Aveiro, la famosa "Venecia Portuguesa".
Aparcamos a la entrada de Aveiro y nos dispusimos a andar, según entras los primero que ves es el canal con las "Góndolas" eso sí, no tienen nada que ver con las de Venecia, estás son mucho más grandes en plan "Barco turístico" pero bueno, tiene su encanto. Las fachadas al otro lado del canal son una maravilla, algunas dan un ligero aire a las fachadas de Gaudí, pero un ligero aire eh!. Cruzamos el puente y fuimos a la oficina de turismo a pedir información y un planito, y bueno, realmente por lo que vemos aquí no hay mucho que ver, así es que decidimos adentrarnos por el centro y descubrir el lugar. Son calles agradables, con restaurantes, tiendas de souvenirs pero tampoco tienen nada que nos llame la atención, así que nos fuimos al otro lado de puente a ver qué encontramos por allí.
El día se está nublando y poniendo feote, y es una pena, porque con el sol que hemos amanecido parece que la lluvia va a hacer asomo. Entramos en una calle empedrada y vemos una iglesia, a la que echamos un ojo y no nos dice mucho la verdad...
Continuamos paseando y empezamos a encontrar las típicas fachadas portuguesas, con solera, con sus adoquines...y entramos en ambiente, el ambiente portugues. Llegamos a una gran plaza y decidimos tomarnos un rico café portugués con algún bollito rico de los que hacen por aquí, así es que nos metemos en una cafetería y pedimos dos cafés con leche, un bollito tipo los de Belem y otro tipo donuts pero sin agujero, todo por tan solo 2,40€, una pasada y rico riquísimo.
Mientras deleitamos nuestros paladar con estos ricos dulces afuera empieza a llover...ya se nos ha jorobado el día. Esperamos por si escampa pero nada, el cielo se ha puesto negro y no tiene pinta de parar, por lo que a la salida del bar decidimos ir hacía el sur porque parece que allí no dan lluvias, así que, cogemos rumbo hacia Luso.
Llegamos a Luso y por suerte no llueve. Luso es famoso por sus balnearios y sus aguas termales, a parte de estar al lado de la Sierra Buçaco. Lo primero que vamos a hacer es comer puesto que es la 1 y aquí en Portugal ya sabemos que comen antes que nosotros. Preguntamos a un lugareño que muy amablemente nos pregunta si queremos gastarnos mucho o poco, a lo que claro está, contestamos que poco, y nos indicó un sitio para comer al cual nos dirigimos sin dudarlo. El lugar es un bar típico de pueblo con el restaurante arriba, muy de andar por casa donde nos apretamos un menú fantástico por 7€ por persona con bebida, sopa, segundo y postre y además todo riquísimo, por lo que si os da por visitar esta zona os recomendamos el sitio sin duda alguna.
Después de comer nos damos una vuelta por Luso, un sitio muy agradable situado en montaña. En la parte central del pueblo se encuentra una gran fuente donde la gente va con grandes garrafas a recoger agua. Es curioso porque hay fotos de cómo era inicialmente y de cómo ha ido evolucionado en el tiempo, así es que si todos los de allí beben agua, nosotros no vamos a ser menos, así es que llenamos nuestra botella y decidimos adentrarnos en el Bosque de Buçaco que está subiendo la cuesta desde la plaza en la que nos encontramos.
Este sitio, por lo que hemos leído es conocido porque en el siglo XVII los carmelitas vallaron parte de esta sierra y fundaron el Convento de Santa Cruz de Buçaco, a esta zona que vallaron es a la que se conoce como Bosque de Buçaco, con el tiempo se siguieron realizando construcciones como el palacio real que hoy es un hotel. Así que empezamos a andar hacia arriba y empiezan a caer las primeras gotas, por lo que en lugar de subir andando decidimos irnos a por el coche y hacer la travesía con él no vaya a ser que se ponga a jarrear.
La subida es tremenda, menos mal que hemos tomado la decisión de coger el coche porque esto parece que no tiene fin, esto para subirlo andando es para tener tiempo, no en media tarde, pero hay que decir que el lugar es espectacular, estamos sumergidos en un tremendo bosque en plena montaña con una variedad de vegetación e inmensos árboles, una maravilla. Aquí hay infinidad de sitios que ver, pero vamos directos al Convento de Santa Cruz de Buçaco un edificio cuya fachada principal revestida de incrustaciones de cuarzo blanco y roca negra ya te deja con la boca abierta. Según entras un soportal espectacular y una pequeña capilla, para visitar el resto del convento hay que pagar y como la tarde está como está decidimos no hacerlo y seguir recorriendo los alrededores del lugar y aprovechar que no llueve, dado que como se ponga a llover no vamos a poder ver nada.
Salimos del convento y justo al lado, acompañado de unos jardines súper bien cuidados encontramos el antiguo Palacio de Buçaco una auténtica joya para la vista, el cual fue construido en el siglo XIX (cuando ya habían sido expulsados del lugar los carmelitas) para el disfrute del último rey de Portugal, Carlos I, el cual por lo que leemos únicamente hace uso de él una sóla vez, una auténtica pena porque el lugar es una pasada. Actualmente es un hotel " Palacio Hotel de Buçaco " considerado como uno de los hoteles más elegantes del mundo, y hay que decir que por fuera desde luego que lo parece. Alojarse aquí tiene que ser una pasada porque entre el edificio, el anclaje en el que se encuentra y las vistas que tiene que tener uno cuando abra el ojo por la mañana tiene que ser genial, pero bueno, como nosotros no estamos alojados aquí lo único que podemos hacer es observar.
El edificio es de estilo neo-manuelino su estructura exterior en piedra de anca recuerda a la Torre de Belém, cualquier rincón de este sitio, únicamente por fuera merece la pena verlo, las fachadas, las galerías llenas de columnas talladas de arriba a abajo con sus techos de madera, los jardines cuidados hasta el último detalle....un lugar digno de visitar sin ningún tipo de duda, y ya si os podéis alojar mejor que mejor. Recorremos el pasillo con techos cubiertos de vegetación que lleva a la parte posterior del palacio y proporciona una espléndida vista de la fachada trasera, los jardines y un pequeño lago con cisne incluido. Damos un agradable paseo por allí y de hecho nos llegamos a sentar en un banco para contemplar la maravilla que tenemos delante de nuestros ojos, pero el cielo se está poniendo negro, muy, muy negro y empiezan a caer las primeras gotas. Aprovechamos la inmensa vegetación como paraguas pero no hay manera, la lluvia cada vez es más intensa y por mucho chubasquero que llevamos nos estamos calando.
Es una pena pero tenemos que abandonar el lugar e irnos al coche porque no escampa, así es que nuestra visita acaba aquí, no podemos ver nada más debido a la lluvia por lo que decidimos volver a la casa rural, esperemos que mañana el día nos respete.