Revista Cine

Avengers: Infinity War

Publicado el 29 abril 2018 por Diezmartinez

Avengers: Infinity WarHace unos días, en twitter, leí un comentario que, palabras más, palabras menos, decía que eso de quejarse de que Hollywood hacía demasiadas películas de súper-héroes era una ridiculez. En realidad, anotaba el autor del tuit, no se hacen tantas cintas basadas en cómics en nuestros días. Es más, seguía la argumentación, en los años 40/50 se producían en Estados Unidos decenas de westerns cada año y muchos de ellos eran realmente malos.Completamente de acuerdo. Aunque hay dos “asegunes” importantes: 1) cada año el western nos ofrecía varias obras maestras del género dirigidas por Ford, Hawks, Boetticher, Mann o Stevens y 2) los westerns malitos –por ejemplo, los del vaquero cantarín Gene Autry- apenas duraban 90 minutos. No es el caso del cine de súper-héroes, sea el realizado por la Casa Marvel o DC-Cómics: la mayoría de estas cintas no pasan de ser meros palomazos domingueros (alguna en un plano superior, si duda, como la reciente Thor: Ragnarok/Waititi/2017) y, todas suelen pasar, injustificadamente, de las dos horas de duración.Vea si no el más reciente ejemplo. Avengers: Infinity War (Ídem, EU, 2018), dirigida por los hermanos Anthony y Joe Russo (responsables de los churrazos CapitánAmérica: el soldado del invierno/2014 y Capitán América: Civil War/2016), reúne en ¡150 minutos de duración! a todos los “vengadores” (menos dos) que nos ha presentado el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) después de diez años y 18 películas, enfrentados ahora a un todopoderoso villano púrpura llamado Thanos (Josh Brolin), que es una especie de genocida de la sustentabilidad: como el universo está sobrepoblado, quiere eliminar a la mitad de todos los seres vivos para que los recursos alcancen para todos.Para poder cumplir esta promesa de campaña –que tiene tanta lógica como las del mochamanos el Bronco- Thanos busca hacerse de seis gemas con las que se convertiría en una suerte de dios, pues con ella dominaría espacio, mente, realidad, poder, alma y tiempo. Al tener esas seis piedras, podría acabar con la mitad de los seres vivos con el simple hecho de tronar los dedos. Así pues, cuando inicia la cinta, Thanos ya tiene dos chunches de estos –si se recuerda, en otros filmes del UCM ya hemos sabido que el villano de marras anda juntando esos McGuffins-, se hace del tercero y busca los otros tres que le hacen faltan. Dos están en la Tierra, uno en la frente del ser de Inteligencia Artificial evolucionado Visión (Paul Bettany) y otro en el medallón del Dr. Strange (Benedict Cumberbatch), mientras que el tercero está en un lugar que solo la rebelde hija de Thanos, Gamora (Zoe Saldaña), de los “guardianes de la galaxia”, conoce.Básicamente esta es toda la película: Thanos buscando las tres gemas que le faltan, los vengadores, todos juntos, tratando de evitarlo. Abundan las peleas –hacia el final, hay dos bien montadas batallas paralelas en planetas distintos, mientras se realiza una operación quirúrgica sumamente importante- y, en este maremágnum de personajes (unos 30, entre héroes y villanos), anegados en las dos horas y media de duración, asoman algunos momentos de un bienvenido buen humor (casi todos ellos debidos a Dave Bautista, a la naciente rivalidad entre Thor/Chris Hemsworth y Quill/Chris Pratt, y a los moditos del adolescente Groot) y una consciente búsqueda de un pathos que se logra, muy apenitas, hasta el desenlace, en el que (¡spoiler, spoiler!) vemos desaparecer a tantos personajes que pareciera que la película fue escrita por George R. R. Martin.Pero no se preocupe: desde El imperio contraataca (Kershner, 1980) ya sabemos que cuando una cinta que es parte de una saga termina con el villano ganando es porque en su continuación (programada para el año que entra) seguramente Thanos será derrotado, el tiempo será reversible (hay que confiar en los trucos del Dr. Strange), los héroes desaparecidos aparecerán y el Universo Cinematográfico de la Marvel seguirá vivito, coleando y produciendo películas –que no cine- hasta que la caja registradora deje de sonar. Así es el negocio.

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