- ¿Quién manda aquí?, pregunta burlona que nos hacía la monja cuando recurríamos sus órdenes injustas. La pregunta del siglo es: ¿Quién gobierna hasta el más diminuto resquicio de nuestras vidas? La respuesta no es tan sencilla, pero deja una cosa clara, nosotros no, los ciudadanos no, nuestro voto…, por supuesto que no.
Los viejos partidos, PP y PSOE, se habían estructurado para una democracia casera dentro de las fronteras familiares, la entrada en Europa trae competidores adustos, recios, indolentes e incansables que chocan con nuestro variopinto carácter latino, pesadilla para cualquier gobernante que lo quiera todo atado y bien atado en rígida una cadena de ordeno y mando.
Nuevos partidos, como Podemos o Syriza, nacen con la vocación de hacer valer nuestro carácter y nuestros valores, que no son trabajar más y disfrutar menos. Andando el siglo veremos como la Europa del sur, tan envidiada como denostada por los países del Norte, va abriéndose camino en una economía propia y adecuada a los recursos naturales, productivos y humanos del Mediterráneo, nada se nos ha perdido en el Báltico.
Si el desplome del nivel de vida vino con el euro, a medio plazo habrá que hablar del euro, analizar a quién ha beneficiado, quién gana y quién pierde, para exigir compensaciones. El sudor de los trabajadores de casa debe quedarse en casa. Y los jóvenes españoles no tienen por qué ir a dejar beneficios para goce y disfrute de las familias alemanas.
Lo que queda de siglo aventura una revolución silenciosa. El voto de castigo a los partidos que han obedecido ciegamente consignas dictadas desde cumbres de poder que nos fustigan, va a ser monumental, un descalabro, es a lo que lleva la ineptitud y la inoperancia.
Revolución pacífica pero contundente; política, porque hace falta que corra el aire y se lleve los ácaros; social, porque las laboriosas clases medias nunca mueren, están latentes y desarmadas pero son la base histórica de cualquier progreso social y democrático; religiosa, porque el nuevo Papa se lo ha propuesto; económica, porque así no se puede seguir. Un nuevo orden mundial se avecina.
Historias para la prensa de Elisa Docio, ahora también en "Curiosón"