Artista: Average White Band
Álbum: AWB
Año: 1974
Género: Soul, funk, R&B
Duración: 39:53
Nacionalidad: Escocia
La “Banda Blanca Promedio” se formó en Londres en 1972 por músicos mayoritariamente escoceses, de Dundee (que está aún más al norte que Glasgow y Edimburgo, y ha de ser un lugar inhóspito y helado). Es una de las más importantes propuestas de lo que se conoce como “blue-eyed soul” (soul de ojos azules, con lo que se describe el soul y el R&B hecho por blankitos), y demuestra que, al menos en cuanto a la música, si el espíritu está en la afinación correcta, los blancos saben saltar (parafraseando aquella película sobre un basquetbolista blanco titulada White Men Can’t Jump). Ya lo decía Charly, ¿no? “¡Cómo me gustaría ser negro!”, y estos güeros con faldita a cuadros son tan afro como cualquier artista Motown. Realmente hay que escucharlos (siempre que tengas aprecio por el soul discotequero, entendemos si no).
Los años sesenta fueron la era dorada del soul y el R&B, básicamente a través del sello Motown, que colocó decenas de artistas afroamericanos, llenos de ritmo y sabor, en las radios y los oídos de todo el planeta. Al igual que había sucedido con el blues, el R&B, el soul y el funk fueron fuentes de inspiración (y de plagio) para artistas no afrodescendientes por todas partes. En buena medida, la llamada “invasión británica” de los sesenta fue una respuesta blanca a la influencia negra que Europa, principalmente Inglaterra, absorbió de los Estados Unidos. En el episodio 1 de la serie Seven Ages of Rock de la BBC, Eric Burdon dice:
Nosotros, los chicos de Londres, Newcastle y Liverpool fuimos los responsables de meter la mano en el tacho de basura de los EUA para sacar de ahí una cultura que ellos habían hecho lo posible por aplastar.Así, el rock de los 60 de factura inglesa era una reinterpretación, casi un sampleo (si hubiera existido la tecnología entonces) del blues y el R&B negro que en los EUA se había ocultado y opacado para imponer a blankitos escandalosos, construidos por la industria, como Elvis y Bill Haley. Vale decir que resulta también muy colonial que hablemos en español y desde América Latina de una “invasión británica” pues equivale a asumirnos gringos (“americanos”) y suponer que estábamos siendo invadidos, otra vez, por europeos, cuando en realidad estábamos siendo invadidos por todas partes por blankitos, empezando por los propios gringos, y siguiendo con ingleses, españoles, italianos y franceses por igual (por eso es relevante el folclorismo, la música de protesta, la nueva trova cubana y el “canto nuevo” de los sesenta y setenta, pero esa es otra historia y la contaremos otro día).
La que hoy queremos contar arranca en las radios que a lo largo de los sesenta insistieron con el sonido Motown. Este sello representó el momento de industrialización de la música negra en los Estados Unidos y la creación de una audiencia masiva afrodescendiente para sus nuevos productos. Representó una especie de suavizamiento del sonido rasposo del jazz y del blues, mucho más libertarios pero también sectarios, y la puesta en marcha de la incorporación de crecientes masas de afroamericanos al american dream. Grupos vocales como The Marvelettes, The Temptations, The Supremes; solistas como Mary Wells, Marvin Gaye, Stevie Wonder y decenas de nombres más, llevaron el ritmo alegre y despreocupado, el beat sincopado que te movía las piernas y los músculos del deseo, a cada rincón del planeta e impusieron el sello afro en la música pop de los 60 y los 70.
Igual que había sucedido en los 50 con el blues (por ejemplo con Elvis Presley ante Big Mama Thornton), pronto esta exitosa escena se vería imitada por blancos, impulsados no sólo por empresarios que ambicionaban los mercados gigantescos que se estaban formando, sino también por el sabroso sentimiento de libertad —de pensamiento tanto como del cuerpo, sexual— que la nueva música proponía. Y así nació, a mediados de los sesenta y como comentario irónico de un DJ negro, Georgie Woods, el “blue-eyed soul” o soul de ojos azules, con el que se describía a los artistas blancos que adoptaban el soul, el R&B y el funk a la manera de la avalancha Motown.
Una de las bandas más interesantes de esta escena, del blue-eyed soul, a lo largo de los 70 (aunque siguen activos hasta hoy), surgió en una región absolutamente insospechada: la fría Escocia, esa especie de puna europea, pedazo de tierra nórdica desprendida de la poderosa Albión. Se trata de la Average White Band, de humilde ironía hasta en el nombre (“banda blanca promedio”), que logró colocar al menos dos éxitos funk que se harían millonarios y que por décadas ha entregado un soul sabroso, limpio, original, fresco a los deseos de bailar (y a otras dinámicas pulsiones) de todo el mundo.
Estos escoceses cachondos formaron su agrupación en 1972, en plena era de auge del rock progresivo inglés; de hecho algunos de sus miembros provenían de bandas prog como Mogul Trash y Forever More, aunque para entonces se habían decantado por el sabroso soul. En sus inicios telonearon a Eric Clapton y su primer disco, Show Your Hand (1973) no tuvo muy buen resultado, pero en 1974 en disco que hoy escuchamos, AWB, rompió todos los moldes, especialmente con el track 3, “Pick Up the Pieces”, que es un hit global, atemporal e indiscutible del funk, uno de los temas funk más famosos y sabrosos de la historia del género (no falta en ninguna antología de lo mejor del funk). No miento, cabezonxs, escuchen:
El saxofonista Malcolm Molly Duncan recuerda sobre “Pick Up the Pieces”:
“Pick Up the Pieces” salió cuando tratábamos de hacernos un nombre en Los Ángeles. Hamish hizo la línea de guitarra, Roger Ball sacó el primer pedazo de la melodía para vientos y de repente teníamos este tema instrumental. El legendario Jerry Wexler nos hizo firmar con Atlantic y nos puso en camino hacia Miami, donde el también legendario productor Arif Mardin grabó el jam instrumental.El resto del disco no se queda atrás. Aunque el feelin’ instrumental es esencial en la AWB —¡los metales!—, hay algunos temas cantados y son siempre románticos, como el estilo lo demanda. “Person to Person”, por ejemplo, o “I Just Can’t Give You Up” y “Work to Do”, en los que la AWB ya está poniéndose a la vanguardia de la escena disco y demostrando que, al contrario de lo que creíamos los rockers en los setenta y ochenta, esta música tenía muchísimo que ofrecer a nivel de ritmo y de la rebeldía que el cuerpo expresa, a veces, mejor que las ideas.
Yo dije que no debería salir como un sencillo. “Están totalmente locos”, les dije, “es un funk instrumental tocado por escoceses, sin más letra que un grito”. Pero quizá es por eso que se convirtió en un hit y luego en un standard, porque era diferente. Ese grito de “Recoge los pedazos” quedaba bien: se trata de cuando te rearmas tú mismo si las cosas no van bien. Habíamos pasado mucho tiempo sin hacer dinero, así que resultaba muy relevante. Y entonces todo despegó. La comunidad funk escuchó el disco y le gustó mucho, luego venían a vernos y decían: “¡Oigan! ¡Ustedes son blancos!”
También están los temas más jazzy, como la propia “Pick Up the Pieces” la deliciosa “Nothing You Can Do” y “There’s Always Someone Waiting”, que prefiguran lo que será uno de sus mejores discos instrumentalmente hablando: Soul Searching (1976).
El impacto de la AWB en la música vinculada al soul después de los 90 y hasta nuestros días está en el hecho de que, en el ámbito del neo soul, el hip-hop y sus sucedáneos, es uno de los sonidos más sampleados de la historia, es decir, se ha mantenido vivo el sonido AWB a través del remix y el sampleo que caracteriza a la factura musical postsoul, post Motown, del funk, el soul, el acid sound contemporáneo. Una banda que puede no ser del gusto de los rockers más tradicionales pero que representa un modo sabroso y alegre de aproximarse a la música acuñado en la misma época que el prog que tanto nos gusta. Otra cara de la polifacética moneda que fue la música de los 70.
Lista de Temas:
1. You Got It
2. Got the Love
3. Pick Up the Pieces
4. Person to Person
5. Work to Do
6. Nothing You Can Do
7. Just Wanna Love You Tonight
8. Keepin' It to Myself
9. I Just Can't Give You Up
10. There's Always Someone Waiting
Alineación:
- Alan Gorrie / voz, bajo, guitarra
- Hamish Stuart / voz, guitarra, bajo
- Roger Ball / teclados, saxos
- Malcolm Molly Duncan / sax tenor
- Onnie McIntyre / voz, guitarra
- Robbie McIntosh / batería, percusiones
Con:
- Ralph MacDonald / congas
- Michael Brecker / sax tenor
- Randy Brecker / trompeta
- Marvin Stamm / trompeta
- Mel Davis / trompeta
- Glenn Ferris / trombón
- Ken Bichel / Mellotron