Revista Medio Ambiente
Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, incluso muchas veces más que 1000 denuncias. No recuerdo las veces que comenté en este blog los casos de Cormoranes moñudos que mueren todos los años en artes de pesca, tanto en redes como en palangres. La mayoría pierden la vida al lado de sus colonias de cría, donde según el plan de manejo de la especie deberían evitarse las causas de mortalidad, y entre ellas la más importante, que es la mortalidad accidental en aparejos. Pero los planes de manejo son papel mojado si los responsables de hacerlos cumplir se desentienden de ellos, si nos hablan de competencias de distintas administraciones, de intereses y de burocracia, que ni yo ni mucho menos las aves, comprendemos ni queremos comprender..
El cormorán del que podéis ver su radiografía fue recogido en la playa de Bañugues en agosto de este año mientras luchaba por soltarse de un palangre. Se lo había tragado pensando que era un pez inofensivo, quizás demasiado fácil de capturar. Mientras subía la marea, ya con el anzuelo clavado en el estómago, se le hacía cada vez más difícil mantenerse en la superficie para poder respirar. Y a cada intento de soltarse, el anzuelo se clavaba más y más profundo mientras iba desgarrándolo por dentro.
Afortunadamente pudo ser rescatado antes de morir ahogado, pero el anzuelo se le había clavado tan profundo que los veterinarios no fueron capaces de sacárselo por temor a producirle más lesiones que las que ya tenía. Se tuvieron que limitar a cortar el sedal lo más abajo posible y a confiar en que se pudiera recuperar.
Sin demasiadas esperanzas de que pudiera salir de esta y tener una segunda oportunidad, el cormorán fue liberado en el mismo sitio donde se le rescató unos días atrás. En algunos casos, los animales son capaces de formar callosidades al alrededor de objetos extraños que pueden quedar en el estómago, y de hecho, hemos encontrado varias veces alcidos con varios anzuelos en el digestivo que habían logrado sobrevivir.
No sabemos si este cormorán habrá logrado recuperarse o si las heridas que se produjo al intentar soltarse fueron demasiado graves. Lo anillamos por si lo volvíamos a ver con el código J1 y desde entonces no tuvimos más noticias de él. Lo que tenemos claro es que no será el último moñudo en caer en un aparejo, mientras la población reproductora de esta especie sigue bajando en picado y cada día se va allanando más el camino hacia su extinción. Y mientras los responsables de evitarlo siguen sin hacer nada.