Revista Cultura y Ocio

‘Axl/DC: el cóctel musical perfecto’

Por La Cloaca @nohaycloacas

Publicado por Rober Cerero

Centenares devolvieron la entrada, miles dudaron hasta última hora, y decenas intentaron persuadirme de que no iba a ser lo mismo, de que no iba a merecer la pena… Pero yo vi a Axl Rose cantar con AC/DC, y ellos no.

Sí, YO VI A AXL ROSE CANTAR CON AC/DC. Yo fui testigo –junto con más de 60.000 almas- de un auténtico hito en la Historia del rock. Una de las mejores y más reconocibles voces del panorama musical de todos los tiempos, se ponía al servicio de una de las bandas de rock más míticas de siempre. Y, ¿sabéis qué? Que el resultado fue inmejorable.

Aunque, en un primer momento, y aplicando la lógica o las matemáticas más primarias, eso no supondría ninguna sorpresa, ¿verdad? Un buen cantante + unos buenos músicos = un buen resultado. Pues no.

axl rose angus young

Si todo en esta vida fuese lógico, si todas las matemáticas sencillas rigiesen el mundo, otro gallo cantaría; pero en la música, como en la vida, las cosas no son blancas o negras. La escala de grises existe, y es jodida tremendamente amplia. El fichaje del corazón de los Guns N’ Roses por la banda australiana levantó una polvareda de esas que nos gusta alimentar a los sevillanos cuando nos reunimos a modo Sanedrín para debatir las formas de mejorar el Mundo, codo en barra y Cruzcampo en mano.

¿Qué jugaba en contra del estadounidense?

En primer lugar, sustituir nada más y nada menos que a Brian Johnson, cantante de AC/DC. Cierto es que Johnson no es el cantante original de la formación, pero no es menos cierto que, tras 36 años cogiendo el micro junto a los hermanos Young y compañía, se había ganado a pulso ser considerado la legítima voz de la banda.

En segundo lugar, su edad: que sí, que viejo rockero nunca muere, que gente como Mike Jagger, o como Jordi Hurtado, nos sobrevivirán a todos; pero la edad no perdona, y las cuerdas vocales, y más unas tan castigadas como las de Rose, no están tan en forma con 54 como con 30 años. De hecho, habían circulado vídeos de la reciente reunión de Guns N’ Roses en las que la voz de Axl estaba lejos de ser celestial, maravillosa y divina, por ser benévolo con él.

Por último, su pie izquierdo: no, no nos referimos a que se levante con mal humor; nos referimos a la fractura que tiene en el quinto metatarso de dicha extremidad, provocada precisamente por hacer algo que no has hecho en casi 23 años”, es decir, volver a pisar un escenario.

fractura axl rose

¿A que ahora ya empiezan a descuadrar las mates? ¿A que ahora las dudas no parecen tan infundadas?

Tanto es así que, como decía al comienzo de esta reflexión, centenares de fans comenzaron a devolver las entradas, atemorizados ante la posibilidad de ver caer dos mitos de una tacada (Rose como cantante, AC/DC como grupo); o simplemente considerando que 90 euros son demasiados euros como para no ir completamente seguro de lo que te vas a encontrar.

Hemos venido a jugar

¿Os acordáis de aquél episodio de los Simpson en el que Burns da a elegir entre una lavadora + secadora o el contenido de una caja de contenido desconocido? Efectivamente, la respuesta estaba clara: ¡La caja, la caja! Y eso mismo respondí yo internamente ante la fugaz tesitura que, durante micronésimas, cruzó mi mente: ¿merecerá la pena? ¿Estará Axl a la altura? Sólo lo sabré si voy, ¿no?

Y allí que me planté, llegando apurado –cómo no-, en el desaprovechadísimo Estadio Olímpico, dispuesto a darle una oportunidad al creador de gigantes como Sweet Child of Mine, Paradise City o November Rain, convencido –o auto convenciéndome- de que ahí se iba a gestar algo grande.

No me equivocaba. Si Axl Rose no dio la talla en la vuelta a los ruedos de Guns N’ Roses fue simple y llanamente porque no quiso. O quizá porque no pudo; quizá porque el esfuerzo físico que suponía estar de un lado para el otro en un gran escenario mientras se desgañitaba con su aguda voz, era simplemente demasiado para él. Pero no hay mal que por bien no venga: ¿que hoy se rompe el pie? Pues mañana canta sentado. Así concentra todo su esfuerzo en aquello por lo que le pagan: cantar.

acdc sevilla

Efectivamente, cantar sentado pudo hacerle (hacernos) un gran favor, porque el norteamericano tuvo una actuación soberbia. A día de hoy, no se me ocurre ni un solo cantante que pudiese sustituir a Brian Johnson mejor que Axl Rose: su agudo vozarrón, con el desgarro necesario para entonar los temas de AC/DC, y la capacidad para variar su estilo propio, adaptándose al de los australianos, demuestran que éstos acertaron plenamente al llamarle.

Y todo esto quedó claro desde el minuto 1, desde ese Rock or Bust que abrió la actuación:

Cierto es que ver a un cantante sin moverse de su silla, con la pierna en alto, desluce siempre un espectáculo de rock, donde la energía debe encontrar todos los medios posibles para liberarse; pero no es menos cierto que esa deficiencia la tapó con creces Angus Young, el auténtico alma de AC/DC.

Angus Young merece una calle peatonal en el Casco Histórico sevillano, pues en las únicas dos tardes que ha estado en Sevilla ha hecho más por nuestra ciudad que Monteseirín, Zoido y Espadas juntos. Ese menudo señor, con 61 años y sus pintas de Zipi –o de Zape-, es el puro paradigma del derroche físico encima de un escenario: carreras, saltos, croquetas y cucarachas y una velocidad infernal a la hora de puntear le otorgan, sin duda alguna, el rol de corazón de la banda. Sin él, y aunque suele duro decirlo, sus shows quedarían en la mitad.

angus young sevilla

Hablando del show, ¿qué tal estuvo? Supongo que no miento a nadie si digo que muy bien, pero tampoco me colaría ningún pueblo si digo que no tan bien como la última vez que vinieron a Sevilla, con su Rock ‘n’ Roll Train. Musicalmente impecables, y habiendo salido triunfadores en su apuesta por Axl, lo cierto es que me fui con peor sabor de boca que hace seis años.

¿Por qué? En primer lugar porque, precisamente, ya les había visto. El factor sorpresa, esa ilusión de la primera vez, no existía en esta ocasión. En segundo lugar, porque Angus, pese a su brutal actuación (sobresaliendo un solo de más de 5 minutos digno de enmarcar), no puede canalizar la energía que, en circunstancias normales, debería compartirse con Brian, Axl o el cantante-de-turno-sin-pie-roto. Asimismo, la puesta en escena fue ligeramente menos trabajada que en el año 2010, pero las entradas costaban 25€ más. Quizá seré yo, que con los años me vuelvo exigente y un pijazo musical, o quizá es tal y como os cuento.

acdc-sevilla

Pero no olvidemos que esto no es una crónica del concierto de AC/DC, que para eso hay señores que saben –y cobran- mucho más que yo. Esto no es más que mi más sincera enhorabuena a unos cuantos abueletes australianos que han sabido dar con el cóctel musical perfecto: Axl/DC.


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