Revista Cultura y Ocio

¡Ay, Carmela!

Publicado el 12 abril 2013 por Juliobravo
¡Ay, Carmela! «¡Ay, Carmela!», de Sanchis Sinisterra, se estrenó en Zaragoza en noviembre de 1987, con Verónica Forqué y José Luis Gómez (también director) como intérpretes. La llevó tres años después al cine Carlos Saura, en una película protagonizada por Carmen Maura y Andrés Pajares, que se llevó trece goyas, entre ellos el de mejor película. Su productor de entonces, Andrés Vicente Gómez -repentinamente enamorado del género- la ha convertido ahora en musical. No es, como su última producción, un musical de gran formato, con gran aparataje escenográfico y números de canto y baile espectaculares, pero tampoco todos los musicales lo son. Que Andrés Lima, el director de esta versión, diga que no es un musical, sino «teatro con música», o algo más cercano al cabaret (eso sí que no), no es sino un intento de huir de un género que no es más que eso, «teatro con música», y que tiene numerosas variantes; e igual que en el teatro de texto hay una amplia gama de que va desde el vodevil hasta la tragedia, en el teatro musical ocurre lo mismo. ¿O son iguales, por poner dos ejemplos conocidos, «Cabaret» y «El Rey León»? Sigo sin entender esta esquizofrenia en muchos profesionales del teatro con respecto al musical.
Con etiqueta o sin ella, que no deja de ser algo totalmente secundario, «¡Ay, Carmela!» es un buen espectáculo, todavía balbuciente -vi la función del martes, la segunda con público que hacían, y que Lima denominó «ensayo general»-. José Luis García Sánchez ha realizado la adaptacion del texto de Sanchis Sinisterra, que cuenta la peripecia de dos cómicos de tres al cuarto que se ganan la vida por los caminos, y que sin darse cuenta dejan atrás la zona republicana y se meten en un pueblo tomado por los nacionales con la ayuda de militares italianos; se han añadido cinco personajes más, uno de ellos creado expresamente para esa extraordinaria actriz todoterreno que es Marta Ribera. Ella es el narrador, Gustavete o un oficial alemán, y siempre con su luminosa presencia.
Inma Cuesta y Javier Gutiérrez son, junto a Marta, lo mejor del espectáculo. Ella aporta al personaje su naturalidad, su arrojo y su magnetismo; su Carmela es siempre una mujer echá pa'lante, y canta con muy buen gusto sus canciones. Gutiérrez le da humanidad, ternura y el patetismo a un papel, el de Paulino, al que llena de colores y matices. La batuta de Lima, atenta con estos dos personajes, me parece que descuida al resto, y aparecen grotescos y caricaturizados

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