¿Recuerdan la cancioncita de Cri Cri en la un niño se quejaba amargamente en cada ocasión en que le servían la leche? ¿Sí? Seguro que sí, es uno de esos valiosos recuerdos que está en la memoria colectiva de las generaciones de los 90 hacia atrás, por ser simplemente un ícono de la infancia (obligado prácticamente).
La industria de la leche para niños y sobre todo los encargados de generar su creatividad se dieron cuenta de que por más juguetes, fotos con niños jugando, muñequitas y muñequitos humanoides que aparecieran en sus publicidades e imágenes corporativas, se destinarían nada más y nada menos que al rotundo fracaso.
Los niños de las nuevas generaciones se han criado bajo un bombardeo mediático que sólo ha ha logrado insensibilizarlos ante muchas cuestiones. Cada día es más difícil asustarlos con algo, las películas con violencia son aclamadas por los adolescentes, los videojuegos cada vez son más agresivos, la televisión es cada día más explícita, ¿Y los niños? Cada vez más abiertos.
El reto de cualquiera en el sector entonces es ¿cómo llamar su atención si todo es tan inmediato y literal? Por fortuna, el estudio de diseño ruso Eskimo, logró mediante una muy bien lograda imagen corporativa, dotar de una historia fresca y divertida a la marca Milk Monster, en la que 4 monstruos del espacio llegan en son de paz a la tierra, a traernos la deliciosa vía láctea en sus empaques.
Cuestión que, de primer enfoque, nos refiere únicamente a lo infantil, pero que logra generar un link emocional con al consumidor y a su vez la diferenciación del producto. En este caso, no sólo los niños se convencen de que beber leche es divertido, los padres, quienes finalmente tienen la decisión de compra, pueden observar en el producto algo amigable que hace a Monster Milk algo distinto y por lo tanto convincente.
Sin duda es un concepto visual al que posteriormente tendrán iucho que apostar y explotarle para generar muchas más aplicaciones no sólo en packaging, sino en televisión, radio y acciones BTL.