Revista Opinión

Ayahuasca

Publicado el 23 febrero 2019 por Carlosgu82

La perfección del presente diseña experiencias que regalan mejor perspectiva de la vida, regala entendimiento de todo, nos provee de magia, nos da la fe que necesitamos para seguir apreciando que el universo está impreso en nuestro ADN. Ahora más que nunca entiendo el verdadero concepto de magia, el poder de nuestra madre naturaleza, que nos hace observar a los cuatro elementos juntos creando un cubo que viéndolo en 360 grados en puntos específicos es la estructura del ADN humano, somos los hijos de un planeta que sabe controlar el universo a su favor, somos hermanos de muchas especies de animales, somos el diseño perfecto de una maquina que puede sentir la eternidad en un momento y entender entonces que la realidad es un conjunto de dimensiones que crea cada uno de nosotros pero que compartimos para una mejor experiencia  de estar vivo.

Pude ver imágenes de recuerdos al cerrar los ojos, recuerdos de momentos recientes y de momentos que no recuerdo haber pasado jamás, pero sentía olores y sonidos que parecía conocer de toda la vida, abría los ojos y sentía que seguían cerrados, veía a los chamanes tocando ícaros que lentamente inundaban el aire de colores, sentía electricidad pasando por mi cuerpo y podía observar un intercambio de energías creando ese lugar.

Tuve la oportunidad de enfrentar mis miedos lentamente, de apreciar la naturaleza de mi ser, de perdonar las cosas que me han hecho sentir mal y de perdonarme por haber hecho sentir mal a alguien, tenía miedo de querer expresar asombro por tan irreal momento pero enseguida entendía que el lenguaje verdadero es el silencio, que en el silencio se manifiesta nuestro ser superior, que cuando le permites al presente avanzar todo se va diseñando para una mejor experiencia de la vida. Abrí los ojos recordando que hace un momento ya los había abierto, no entendía lo que estaba sucediendo dentro de mí, yo mismo estaba manifestándome enfrente de mí, como un cortometraje psicodélico de recuerdos que no recordaba, cuando se presentaba un recuerdo de algo que me hizo sentir mal tenía el poder de cambiarlo, era viajar en el tiempo y estructurar la realidad en base a mejores recuerdos, dejar de preocuparme por cualquier cosa y tener la energía de sentir el aire del presente.

Miré al cielo y parecía observar la estructura de todas las cosas que conforman mi cuerpo físico, parecía que era el átomo de un cuerpo en una dimensión muchísimo mas grande pero de la misma capacidad para experimentar la vida que yo. Parecía estar soñando sabiendo que estoy despierto, había experimentado eso con el desdoblamiento, pero momentos efímeros, nunca había podido sumergirme en el mar que soy, llegar a lo más profundo de mi ser, borrar los límites del bien y el mal, entendiendo que es un todo en conjunto que sólo soy yo mismo entrando al vacío que está enfrente de mí como un agujero negro pero lleno de luz que obliga a cerrar los ojos y que al cerrarlos regala visiones de todas las dimensiones que existen, vi las caras de toda mi familia convirtiéndose en la mía haciéndome entender que yo soy todo lo existe a mi alrededor, yo diseño como es cada uno de los humanos para poder aprender de ellos lo que pude haber olvidado en otras vidas.

Tuve la oportunidad de tocar la guitarra en ese momento y fue lo mejor que me pudo haber pasado, pude partir del silencio creando colores con cada acorde y sanando las malas experiencias de los que ahí estaban, encontré mi elemento, el destino se presentó mostrándome mi don de sanar a través de frecuencias, con movimientos que crean sonidos y que llega en forma de vibración al entendimiento sentimental de cada ser.

Sentí que podía controlar las nubes y el fuego, que mi calor corporal pasándolo por mis manos daba tranquilidad y transmitía esa energía positiva para pasar el momento de sanación que cuesta aceptar y entender, pasado un momento al volver a cerrar los ojos sentí un mareo y ganas de vomitar, vomité todo lo que tenía que salir de mí como malos pensamientos, malas vibras, cosas que mi ser no tiene que guardar. Al final cuando el chamán cerró la ceremonia sentía que las palabras que decía pasaban antes por mi cerebro y no sabía si leía mi mente o si mente leía sus pensamientos a la hora que llegaban a él, volví a cerrar los ojos y al abrirlos miré el amanecer como si fuese el primero que había visto en toda mi vida, volví a nacer, pude sentirlo.


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