Revista Cómics

Ayako

Publicado el 25 febrero 2017 por Alvaropons

Ayako

Decía yo, por estos lares, hace unos 13 años…

Pues los enemigos acérrimos del manga dirán lo que quieran, pero a servidor últimamente las mejores lecturas le están viniendo del país del sol naciente. O por lo menos, tanto Ayako, de Osamu Tezuka como La Gran revelación, de Tatsumi, me han parecido obras magistrales. Comienzo por la primera, de la que ya hable hace un tiempo y de la que por fin he podido leer (devorar, diría yo) su conclusión, que no sólo ha confirmado todo lo que pensaba, sino que ha mejorado todavía más mi primera impresión. Ayako es una obra maestra en cualquier aspecto que se considere. La historia que aborda Tezuka es tan compleja como fascinante, denuncia de la podedumbre de un sistema y de una sociedad que es capaz de sacrificar cualquier cosa por dinero o ambiciones. En Ayako no hay héroes, ni heroínas, sólo hay víctimas. Víctimas del odio, de la ambición, de la envidia o de la ignorancia que con su acción o su pasividad ven sus vidas y las de los que les rodean destrozadas. La historia de la niña obligada a ocultarse durante 23 años es tan sólo el eje de la sucesión de vergüenzas que la familia Tenge esconde. Pero además, Tezuka da un repaso a la historia de Japón demoledor, dominado por un poder político corrupto desde el final de la segunda guerra mundial al servicio de las mafias. Pero si brillante es el guion de Ayako, formalmente el brillo es todavía superior. Los dos volúmenes de la obra esconden magistrales lecciones de narrativa que sorprenden a cada página: Tezuka elige el ritmo perfecto, el encuadre adecuado y la planificación idónea con una facilidadd sobrenatural. Impresionante.

Lo dije, y lo mantengo: Ayako es una obra maestra. Pero es también una obra dura, durísima de leer, porque pone al descubierto las miserias del ser humano. Una realidad descarnada en la que, por desgracia, todos podemos ver algo representado. No se salva nadie de la mirada inquisidora de Tezuka, no hay ningún clavo ardiendo al que agarrarse que permita empatizar, no hay salvación posible al infierno que el autor condena a una especie humana que no merece otra cosa.
La edición de Planeta Cómic salda además una deuda histórica con esta obra maestra, maltratada en su espantosa anterior edición en castellano. Una lectura obligatoria.


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