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No hace falta poner un pie en Ayana, sus propietarios se encargan de hacer sentir bienvenido, aún virtualmente, a quien los contacta interesado en su lugar. Saben que tienen algo especial pero lo ofrecen con humildad y generosidad de información, al tiempo que se extienden en develar el proceso creativo, logístico y técnico que se debe sortear cuando el objetivo es excepcional.
La primera vez que Edda, Robert, Felice y Koko Kofler llegaron a José Ignacio, provenientes de su Austria natal, se enamoraron del lugar. Encontraron una cierta magia que los hizo sentir inmediatamente en paz y en casa, una bienvenida intangible que no discriminaba el lugar de donde provenían.
Desde hace 15 años la familia alterna estadías entre el lugar y Argentina, donde crían caballos de polo, e Ibiza donde tienen residencia también, pero siempre volvían a su pièd à terre, su pedacito de paraíso junto al mar. Encontraban allí, cierta similitud con la Ibiza “unspoiled” de los años ´60 o ´70 antes del auge del turismo masivo.
Quedaron cautivados desde siempre con la atmósfera del lugar, el cielo y el aire marítimo que envolvían esa suerte de cápsula cosmopolita pero en clave “slow”. El tiempo se encargó de confirmarles más adelante que era el lugar indicado para concretar un proyecto familiar soñado, siguiendo un legado familiar: un hotel, tal como el padre de Robert había gestionado tiempo atrás sobre el lago de Bregenz, en las montañas austríacas.
Así fue que compraron 8 lotes en el área destinados a su casa, la posada y una expansión de parque natural autóctono.
Después de unos años de trabajo, amor y dedicación, inauguraron un espacio impregnado del deseo de crear un lugar personal, inspirador y acogedor, donde las personas lleguen a ser ellas mismas y se sientan relajadas.
Desde la planificación, construcción, paisajismo y diseño de interiores hasta encontrar un nombre y logotipo (Felice es diseñadora gráfica) y crear los menúes, todos en la familia estuvieron intensamente involucrados. Cuando llegó el momento de elegir un nombre, querían uno que encarnara ligereza y calidez de personalidad. Ayana significa flor hermosa, flor eterna, buen camino y llegada, todo en diferentes idiomas y de diferentes culturas.
El Arquitecto local Alvaro Pérez fue el encargado de darle forma a ese sueño que vió la luz con un formato inspirado en la estética elegante de los años ´50 y ´60 en St Tropez, Monte Carlo y la propia Brigitte Bardot, a la que sumaron muebles vintage comprados en Montevideo y Buenos Aires, distribuídos en ocho habitaciones con su propio carácter elegante y único. El lugar abrió en noviembre de 2019, (sólo para adultos, no se permiten niños o mascotas) hasta las Pascuas de este año, ya en plena pandemia y ahora nuevamente operativa aguardando el próximo verano.
Las habitaciones luminosas, resaltan las texturas de madera y piedra y miran hacia el paisaje que se disfruta en terrazas individuales. Los espacios comunes tienen el aire de balneario europeo resaltado con maderas, y decoración acertada, además de amenities, vajilla y otros elementos provenientes de productores y artesanos locales, fomentando el consumo sustentable y el desarrollo de la comunidad cercana.
Pero el proyecto fue mucho más allá en la intención de dejar una huella y un impacto positivo duradero en sus huéspedes y en la comunidad local y aspira a ser un referente cultural incluso regionalmente, y vaya que tiene con qué.
Amantes y coleccionistas de arte, aprovechaban sus viajes para visitar muestras, talleres y especialmente en Austria, los denominados “Skyspaces” del artista James Turrell, periplo que también los llevó a Salta donde se encuentra una de las singulares instalaciones del artista en territorio de la Bodega Colomé. Allí comenzaron a soñar en grande e imaginar una de esas obras en los terrenos adyacentes a la posada, donde previeron un parque de esculturas.
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“Turrell combina luz natural y artificial en sus Skyspaces, creando una experiencia sensorial única y mágica, y el cielo de José Ignacio es ideal para ello. Es increíblemente difícil de describir, realmente es necesario experiementarlo por uno mismo.”
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Mediante contactos en Austria, enviaron su propuesta de interés que tenía la particularidad de ser complementada con una posada, y para su sorpresa, a Turrell le interesó el concepto y concedió avanzar en el proyecto. Un proceso que normalmente implicaba unos ocho años en Austria acá se completó en un año, ya que la fase de financiación y búsqueda del terreno apropiado estaba resuelta por parte de la familia, que no divulga el monto exacto de la inversión pero asegura que son “varios millones de dólares”.
Allí entra en escena nuevamente el Arquitecto Pérez, interactuando con su colega representante de Turrell quien envia y presenta las pautas iniciales bajo las cuales debe construirse la obra, estrictamente supervisada en cuanto a procesos, estructura y terminaciones, hasta su inauguración, prevista para fines del próximo año, donde se recibirá al propio artista de 78 años, residente en Arizona, USA.
El espacio, de geometría curva y envolvente completamente cerrada al entorno y revestida de mármol, contendrá un recorrido que invitará a la reflexión y a la experiencia de disfrutar este tipo de obra en un paraje inesperado ciertamente. Estará además implantado en un parque para el que será convocado un concurso de paisajismo para jóvenes profesionales del rubro que aporten nuevas ideas, y no caer en “lo mismo de siempre”. Además se preven programas de residencia para artistas y estudiantes de computación en una suerte de comunión entre el arte y la tecnología, en el marco de proyectos sociales y culturales de corte filantrópico.
Los huéspedes de la posada podrán acceder a tours especiales y personalizados fuera del horario de visita general y el público en general podrá también conocerlo aún sin ser huéspedes, pagando un ingreso y coordinando visita.
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Es este tipo de iniciativas de las que se alimenta una narrativa diferencial para promocionar el país, encontrar algo inesperado en un paraje dotado por sí mismo de cualidades naturales y paisajísticas singulares pero con un alto valor agregado generado por una visión ambiciosa en cuanto a su trascendencia y su retorno a la comunidad en que se inserta.
Aún proviniendo de emprendedores originarios de otro país, su valoración de nuestro territorio y gestión para hacerlo trascender en otras dimensiones de las habituales merece todo el apoyo con que se pueda contar y desde ya, nuestra expectativa por ver ese sueño concretado.
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