Las que habéis leído la página acerca de mí ya sabréis que no me gusta dar consejos. Me da la sensación que es como meterme donde no me llaman o invadir la intimidad de las personas.
Recientemente hemos tenido la alegría de vivir la llegada de un nuevo miembro en nuestra familia. La mamá ha querido darle el pecho pero, para variar, desde el primer día empezó a sufrir las odiosas grietas. Me dio tanta pena pensar que iba a dejarlo que le sugerí que probara con unas pezoneras. Lo hice muy tímidamente porque no quería que pensara que la estaba juzgando por plantearse el dejar la lactancia antes de tiempo. Primer consejo útil. Le alivió lo suficiente como para que se le curaran bastante y seguir adelante.
Ayer volvía a ver a la mamá y a la preciosa niña y seguían con el pecho más de una semana después. Pero las molestias no se habían marchado del todo. Pensé en un consejo que me dieron a mí y me funcionó. La posición de la boca es básica pero a menudo los bebés tan pequeños no tienen fuerza suficiente para agarrar correctamente el pecho rascando el pezón y provocando las dolorosas grietas. Le dije lo siguiente. Hay que estimular la boquita del bebé en el labio inferior con el pezón moviéndolo hacia abajo. Al buscarlo abren mucho la boca, lo suficiente para introducirles el pecho a la vez que lo movemos hacia arriba. De esta manera conseguimos que se coloquen sin llegar a tocar el pezón que es lo que produce las grietas.
Al momento lo hizo y le cambió la cara. Notó un alivio inmediato. Y yo me sentí bien y orgullosa porque mi experiencia había servido a otros. Nunca pensé que podría ayudar de este modo. Si tuviera tiempo creo que me apuntaría a algún grupo de apoyo a la lactancia porque cada vez estoy más convencida que este tipo de ayuda directa es lo que hace que muchas madres no desistan en el empeño.
Por cierto, mi pequeña sobrina es una preciosidad.