Si te animas, puedes alimentarte de las reservas (tomar sólo agua, según la sed o caldos de verduras sabrosas). El caldo de verduras sabrosas no aporta más que minerales, por lo que no da trabajo digestivo y no se considera que rompe el ayuno.
Todos los seres vivos tenemos dos posibilidades de alimentarnos: del exterior y de nuestras reservas. Por lo general, todos los días ayunamos durante 8 horas, mientras dormimos. Las semillas germinan alimentándose de las reservas. Algunas plantas y árboles, en invierno, dejan de alimentarse del exterior, y descienden su actividad al mínimo. Los animales que no emigran, cuando las temperaturas se vuelven adversas, entran en letargo y se alimentan de las reservas. Hibernación con el frío y estivación con el calor. La oruga se encierra en un capullo, y a través de un ayuno se transforma en mariposa. Los animales cuando enferman o tienen alguna herida o fractura, también se alimentan de sus reservas. En Setiembre de 1985, tras el terremoto que afectó a la ciudad de México, apareció la noticia en prensa de cómo se sacaron de debajo de los escombros de una maternidad derrumbada, recién nacidos en plenas facultades después de pasar dos semanas sin comer ni beber.
Como se puede ver el ayunar es de lo más natural. Claro que a la sociedad de consumo, no le interesa el ayuno. No tenemos costumbre, pero no hay nada de extraordinario, ni de peligroso en pasar unos días alimentándose de las reservas. Sobre todo está indicado cuando no tenemos apetito y sentimos asco por la comida.
Esto es una señal del cuerpo para avisar que no quiere gastar energías en la digestión, ya que necesita la energía para tareas más importantes. Esto ocurre por ejemplo cuando tiene pendiente una labor curativa intensa o en la mujer momentos antes de parir. Durante el ayuno, el cuerpo dispone de una mayor capacidad de autocuración, ya que toda la energía que diariamente se consume en la digestión, se puede concentrar en la curación.