Este lunes de Pascua granada, una celebración religiosa que con todo el simbolismo del conocimiento de las lenguas, ha perdido significado e importancia en todas partes (menos en Almonte), es el lunes de la resaca electoral de los gobiernos locales. Son esas elecciones que se celebran puntualmente cada cuatro años (las otras tienen calendarios variables) y, como todo al mundo afirma y conoce, son las que dilucidan quien tiene el poder en las administraciones más próximas a los ciudadanos.
A pesar de ello, los vaivenes de la política de los ámbitos nacionales e incluso supranacionales no son ajenos a la realidad local. Los grandes partidos ejercen su función y, a menudo, imponen su fuerza alineando por ideologías las propuestas electorales.
Sin pretender hacer un análisis postelectoral que, desde aquí, parece que no nos corresponde, sí que podemos notar que en esta ocasión en el conjunto de España se percibe una cambio notable hacia posiciones más sensibles a los tremendos problemas de toda índole que sufre nuestra población: el desempleo, la pérdida de poder adquisitivo, la pobreza, los deshaucios, la marginación, la inmigración desprotegida o los recortes en sanidad, educación y ayudas sociales. Y cuando decimos problemas es porque lo son, sin entrar a considerar en profundidad las causas políticas, económicas o ideológicas que subyacen en su raíz. Hay otros problemas graves como la crisis financiera, la deuda exterior, los conflictos identitarios nacionales o las discrepancias ideológicas en materia de la vida reproductiva o la estructura familiar. Pero estos no tocan la vida diaria de las gentes, ni su solución se encuentra en las políticas municipales.
El cambio hacia opciones políticas que son, al menos nominalmente, más sensibles al día a día y al bienestar es saludable. Luego se verá si la repercusión es o no algo que se note.
Los pediatra sociales lo llevamos en nuestro apellido. De manera que cualquier avance en políticas sociales desde las administraciones más próximas nos merece atención, observación activa y crítica y, sobre todo debe estimularnos en la continuada defensa de derechos de niños y familias por su salud y bienestar sin exclusiones.
Con los mejores deseos para la nueva legislatura municipal.
X. Allué (Editor)