Revista Tendencias
Llamadme loca, inconsciente o kamikaze de la vida. Pero si me callo más reviento y, a estas alturas de la película, lo único que me gusta que se revienten son los globos (y sólo si los piso yo). En muchas ocasiones me gusta ser mera observadora de los acontecimientos porque, el día que decido vomitar lava (igualita que un volcán en erupción), al menos lo hago sabiendo de lo que hablo. No me gusta la crítica gratuita y, mucho peor, no me agrada la falta de coherencia. El que esté limpio de pecado, que tire la primera piedra. Una cosa es no estar de acuerdo con determinadas actuaciones y, otra bien distinta, someter al escarnio público y constante a aquel que ha sido pillado en falta. Convertirse en jueces y moralistas de dudosa valía, más que arriesgado es del todo inapropiado. Cuidado bellezas, mañana vosotras estaréis en la palestra.Baste decir y, por delante lo digo, que no comparto que en un país con más de cinco millones de parados, con familias buscando comida en la basura (si princesa ¿no lo sabías?), donde todo esta más que viciado, de arriba a abajo, cuando padres y madres no tienen un techo que darle a sus hijos y, los jóvenes (de mayor o menor valía), se ven impelidos a dejar atrás a su querida madre patria que ya no tiene ni para cerrar sus bocas con un mendrugo de pan; haya quién siga opinando y mostrando odas al consumismo delirante e incontrolado. Y ahora cojo y digo lo que me de la gana (que por otro lado es lo que siempre he hecho y lo que pienso seguir haciendo): se puede ser feliz sin vender humo, se debe jugar con las cartas con las que se tiene y, sobre todo, hacer gala de la imaginación. A mi nada me dicen los catálogos de moda ni los estupendos lookbooks que veo todos los días. Esto es ESTILO Y PUNTO, señoras. Y eso es lo que admiro, busco y valoro.Ni yo soy Alicia en el país de las maravillas, ni ninguna la reina de corazones para ir decapitando cabezas....