Mi padre dice que nací mayor que él, y no soy muy dada a ser Antoñita la fantástica (como dice mi Anita Obregón), pero la verdad es que he sido de esas niñas de las que dicen "qué madura es". Y eso, ser tan madura, a veces es una faena, porque te vuelves demasiado realista
.Y el realista a veces lo pasa mal. Eres demasiado consciente de todos los peligros que acechan en cada esquina.Además, hay momentos culmen: no negaréis haberos pasado noches en vela con las primeras preocupaciones durante el embarazo.- ¿estará bien?- ¿será sano?- ¿lo cuidaré bien?- ¿sabré hacer que sea feliz?- ¿me llegará el dinero?- ¡qué caro es todo!Y muchas más. Pero la verdad es que, una vez lo tienes en tus brazos, y pasados los primeros momentos de "madremíaquememuero", las cosas salen mucho más fácilmente de lo que imaginas. Luego empiezan a preocuparte otras cosas, como enfermedades, accidentes, problemas en el colegio, rabietas.....
Con el tiempo, al volverme un poco más profesional de esto de la maternidad, yo he descubierto que he desarrollado de manera inconsciente una defensa contra esas preocupaciones. No es que ya no las tenga (eso no es aquí, en el blog, eso se pide en Lourdes).
Simplemente he desarrollado mi propio método.Bueno, pues esto no es ninguna recomendación, consejo, dogma, ni lo comenta ningún pediatra de nombre Estivill o González. Es El Método Pauliano.
¿En qué consiste? Pues simplemente en distanciarse un poco de la realidad para que la propia realidad no te aplaste. ¿Y eso cómo se hace? Tomándose la vida con mucho humor. Con todo el humor posible dentro de las circunstancias.
A ver, que no estoy diciendo que el niño tenga bronquiolitis y te vayas del pediatra dejándolo con la idea de llamar a servicios sociales, no. Lo que digo, es que hay ciertas cosas que mejor tomárselas desde la perspectiva del vaso medio lleno, e incluso encontrarles el chiste.
Ejemplos de aplicaciones prácticas del Método Pauliano.- Estás visitando un piso acompañada de un agente inmobiliario, y no te ha quedado más remedio que llevártelos a los 3. La pequeña se hace caca....en medio de la visita. Y resulta que en el piso no hay agua. Además del tremendo olor que despide, ves que cuando anda, algo se menea en su pantalón corto...esperemos que no salga. Aceleras la visita, y en cuanto llegas a la calle....¡zas! a soltarlo en una esquinita donde no haya riesgo de pisadas. O eso, o tu cara explota de vergüenza por el apuro (el ascensor olía fa-tal e íbamos nosotros 5 y la de la inmobiliaria). Todo termina en unas risas cuando la niña te dice "mamá he hecho caca como los perros"- Vas a dar a luz a tu segundo hijo, y la verdad es que no vas nada nerviosa. Hombre, ya eres licenciada en este tema.....así que se te ha olvidado llevar pañales, arrullo, y alguna otra cosa. ¡¡Bueno!!! no pasa nada. Ríete.(me llega a pasar con el primero y todavía estoy bajo tratamiento)- Te llaman constantemente. Sólo oyes "mamáaaaaa, mamáaaaaaaa" a todas horas, en todas partes. sueñas con esa vocecilla que lo repite llorando, sin llorar, gritando, sin gritar.....no puedes más.
Y la ocasión en que lo oyes..."mamaaaaaaaaa", tú contestas "Mamá,caca. No soy mamá." Pero todos os reís de la cara de sorpresa que se le ha quedado.- O cuando tienes que llevar a tu hijo (sí, otra vez el mediano) a urgencias para que le quiten la pieza de lego que se ha metido en la nariz....(lo he contado aquí)
En fin, que con humor todo se lleva mucho mejor.