AZAÑA 31-36
La lectura de los diarios de Azaña es un puro deleite. No es una biografía en la que puedes “retocar” lo que estás narrando, tienen la frescura y la fuerza de ser notas escritas cada día contando los acontecimientos tal y como los vivió.
Sorprende la agilidad y flexibilidad con las que se reunía el Gobierno, se debatía en el Congreso o se despachaba con el presidente de la República y contrasta con la rigidez, la excesiva reglamentación que existe hoy.
Azaña tenía que hacer encaje de bolillos con los diferentes partidos republicanos y el partido socialista, siempre en buena entente. Sus discursos contundentes y convincentes resolvían muchos problemas.
Eran gentes cabales y solventes estos republicanos que surgieron contra una dictadura y la estupidez culpable de un rey; pretendían construir un país justo, igualitario, desarrollado e instruido.
Pero sus poderosos enemigos no lo consintieron y acabaron con ellos a tiro limpio.
Fernando Martínez Serrano 23-11-20