Discos pequeños para momentos grandes
Cómo me cuesta empezar el nuevo año con nueva música. Siempre me suelo “conectar” en marzo como pronto y eso me otorga unos meses de cierta tranquilidad para degustar, y no devorar, discos que merecen una escucha detenida y atenta.
Uno de ellos es Carrossel, el tercer disco del artista luso Azevedo Silva, que nos vuelve a empapar de su melancolía tiñendo las noches de invierno de portuguesas saudades.
Nos encontramos ante una evolución lógica y coherente en su música, siempre con sonidos acústicos y melancólicos como pilar fundamental de sus composiciones, pero dando un pasito más alejado del lo-fi mucho más patente en Tartaruga (2007) que en Autista (2008).
Para editarlo, sigue optando por el formato reducido en número de canciones y en minutaje, y esta vez, a diferencia de sus anteriores discos que ofrecía en descarga directa, opta por la venta digital a través de su bandcamp. Al fin y al cabo, ahora nos toca a nosotros devolver el favor que él nos hizo con anterioridad.
El resultado es su mejor disco hasta la fecha y la sensación de que su ascenso cualitativo es imparable. Uno tiene la sensación de que si Azevedo hubiese nacido en Kentucky y hubiese ido al instituto con Will Oldham ambos hubiesen compartido local de ensayo. Y alguna cerveza.
"Bússola"