Se suele decir que segundas partes nunca fueron buenas, a excepción de El Padrino II (a lo que yo añado " y El imperio contraataca"), y el segundo episodio de Aznar en la vida política así lo confirma. Porque no nos equivoquemos, el PP de Casado no es otra cosa que la vuelta a la aznaridad en su versión final de 2004, la más ultra y autoritaria. Casado es el experimento instrumental de Aznar para ganarse un lugar en la mítica de los militantes, propiciando la refundación de una derecha creada a su imagen y semejanza. Y Aznar ha fra-Casado.
El giro de Casado tirándose a las manos de la ultraderecha ha sido devuelto por los ciudadanos en forma de enmienda absoluta con el peor resultado histórico del PP. Estratégicamente, hicieron una lectura de la existencia de un escoramiento del electorado a la derecha que les llevo, en ocasiones, a parecer más ultra que el propio VOX. La realidad es que entre las tres derechas (C´s, PP y VOX) con una fuerte movilización en su espectro ideológico, fruto de su competencia, suman apenas 40 mil votos más que 2016 (ahora 11 millones 169 mil votos, frente a los 11 millones 129 mil de 2016). Es decir, esa radicalización del discurso no se veía reflejado en el electorado que, simplemente, era el que era, el mismo, y ahora se reparten entre 3 los mismos votos. Parece increíble que en según que nivelesen el PP se desconozca que en España, históricamente, se gobierna cuando se gana el centro electoral.
El empedrado. Una de las excusas que ha puesto sobre la mesa el PP para justificar el descalabro electoral ha sido culpar a VOX y al sistema electoral. Lo primero resulta interesante si tenemos en cuenta que VOX no deja de ser una escisión del propio PP a la que en la campaña se le ha dado respaldo con sus propuestas y declaraciones. Suena ridículo y a excusas de mal pagador, hablar ahora de las consecuencias de la fragmentación del voto fruto del sistema electoral cuando ha gobernado tantos años gracias a ese sistema de reparto y nunca se ha prestado a cambiarlo. Pero es que, además, se dan dos circunstancias que pondrían en duda este argumento. Por un lado, el PP es premiado por ese sistema 9 escaños más obteniendo apenas 200 mil votos de diferencia con C´s. Es más, como dato global, la derecha ve frenado ese efecto mayoritario del sistema D´hont cuando se comprueba que con el 42,7% del voto las 3 derechas han obtenido el 42% de los escaños.
En las primarias de la derecha, que es lo que han sido estas elecciones generales, el PP sale como el gran perdedor frente a un Rivera (¿? La campaña de Rivera a mí, personalmente, me parece incomprensible) que emerge como figura a liderar la oposición en la próxima composición del del Congreso. El fracaso electoral y la pérdida de poder institucional que podría vislumbrarse en las próximas elecciones europeas, autonómicas y locales, cuestiona a un Casado con cara de Hernández Mancha y hace pensar que la desbandada de líderes del PP puede ser masiva. Resulta curioso cómo hace unos años se hablaba de la pasokización del PSOE y hoy pueda aparecer la idea de la ucedeización del PP.
Pero más allá de que esto suceda, la consecuencia fundamental de los resultados del PP es que ha dejado de ser alternativa de gobierno. Resulta karmatico que el PP haya hecho del problema territorial uno de sus mantras electorales cuando el problema territorial, al nivel electoral, lo tiene el propio partido. Obtener 0 diputados en Euskadi, 1 en Cataluña o ser tercer fuerza política en Andalucía o Madrid hace imposible que puedan gobernar a un medio plazo. No ser alternativa en las 3 comunidades autónomas que más diputados aportan o desaparecer de otras, a lo que se añaden resultados desastrosos como los de Galicia, lo alejan irremisiblemente aparecer como alternativa real de gobierno. El discurso nacionalista que inició Aznar en su día, renunciando a esos territorios por el rédito electoral que le otorgaba en el resto de España, ha llegado a su máximo nivel en la continuidad de Casado que, además, no ha rentabilizado en el resto de comunidades autónomas. Comienza una travesía del desierto.
En una de sus arengas autoritarias, decía Aznar en campaña que "A mí nadie me habla de una derechita cobarde mirándome a la cara porque no me aguantan la mirada". Los ciudadanos no están para estos desafíos y, simplemente, le han dado la espalda. No les ha interesado ni siquiera mirarlo. Ni Aznar, y ni mucho menos Casado, tienen el atractivo de Michael Corleone diciéndole a Fredo " Sé que fuiste tú. Me rompiste el corazón" (o de Darth Vader diciéndole a Luke " Yo soy tu padre ") y su vuelta a la escena política no ha sido una buena segunda parte. Y Aznar ha fra-Casado... estrepitosamente.