Revista Cultura y Ocio
Cuando empecé a estudiar el Grado de Pedagogía en la UNED me imaginaba que me tendrían horas y horas leyendo a Piaget y Vigotsky y fue para mí una enorme sorpresa ver que sí, que, por supuesto, que había que leer a estos autores, pero que, al menos el primer año está especialmente centrado en los nuevos alfabetismos. Es lógico pero yo no lo había pensado. Los pedagogos del mañana se enfrentarán a generaciones de nativos digitales para los que el cuaderno y el bolígrafo casi resultarán como para nosotros el pergamino y la pluma. De las diez asignaturas del primer curso, creo que todas tocan, directa o indirectamente, la cuestión de la informática, las nuevas tecnologías e incluso lo que supone un blog.
He estudiado en siete sitios diferentes cómo fueron los inicios de estos cuadernos digitales, simples bitácoras personales, sin más. Aún lo siguen siendo para muchos y en numerosos casos. Por ejemplo, para mí. Me fijé en cómo mis colegas del mundo académico lo utilizaban: catedráticos de griego clásico, de latín, de ciencias naturales, etc. Ese uso era para mí más comprensible que el extraordinario mundo al que se abren los blogs de los docentes de primaria y secundaria, entre quienes hay verdaderos expertos en las nuevas tecnologías. Supongo que es mucho más impresionante ver a un niño o niña de tres años manejar cualquier aplicación de un i-pad que a un joven de 20. Y pienso que ellos saben que no hay excusa posible para no integrar este universo en el aula, en la enseñanza y en el pensamiento docente.
En la UNED nos han enseñado lo que ha supuesto la presencia de los blogs y de las redes sociales para el Periodismo. No hay periódico que pueda alcanzar la velocidad de un twit y, por ello, si todos los medios de comunicación no utilizaran las nuevas tecnologías estarían haciendo testamento. Aún así, mis amigos periodistas dicen que es el final de su carrera.
Un blog personal, un diario de a bordo, no tiene mayor peso que el que los lectores le quieran dar. Si conecta con ellos y los convierte en asiduos tendrá su círculo, mayor o menor según el estilo y temática. Pero sin más. El poder se lo da el lector y, cuando los lectores se empeñan en ver en un blog un peligro que no tiene están contribuyendo a alzarlo a unos niveles inimaginables. El blog es como un ser vivo y se mueve en un ecosistema donde encuentra seguidores y detractores. De eso se nutre. La atención es su oxígeno, la indiferencia su muerte. Esto es exactamente lo que he aprendido en las asignaturas de la UNED, lo que diferentes profesores han teorizado en los libros de los que he tenido que examinarme.
Por eso, hoy quiero dar las gracias a esos profesores y sobre todo a mis lectores, a los que disfrutan leyendo cada post, a los irregulares y a los que ven gigantes en estos humildes molinos. Gracias a todos, de corazón.