Revista Religión
Baal, palabra semítica que significa “señor” o “dueño”, era el dios principal que adoraban los cananeos en la época en que Israel entró a la tierra prometida. La cabeza nominal del panteón cananeo era El quien era considerado el padre de los 70 elim o dioses.La popularidad de Baal se debió indudablemente a su asociación con los diversos aspectos de la fertilidad humana, animal y vegetal. Como el “jinete de las nubes”, Baal era identificado con Hadad, el dios semítico de la tormenta.La adoración de Baal tendió a localizarse de tal manera que cada comunidad adoraba al Baal local. Esto dio lugar al concepto de Baalim, forma plural usada para denotar la multiplicidad de los altares e ídolos de Baal. Estos incluían a Baal-peor (Nm. 25:3, 5); Baalzefón (Nm. 33:7) y Baal-hazor (2 S. 13:23).El culto de Baal era dirigido por sacerdotes que guiaban a ritos licenciosos en los campos o en los lugares altos. El vino, el aceite y los primeros frutos y primogénitos de las manadas eran traídos a los sacerdotes en los altares. Las comidas y danzas rituales formaban parte de las ceremonias que tuvieron tanta atracción para los hebreos desde el tiempo de su entrada a Canaán hasta la destrucción de Jerusalén (587 a. de J.C.).Cerca del altar a Baal, un árbol o poste sagrado era erigido a la diosa Astoret. Estos son los postes cúlticos de Astoret, la contraparte femenina de Baal. Pilares de piedra cúlticos (masseboth) de Baal también formaban parte del patrón cúltico.En Baal-peor (Nm. 25:1–5), Israel participó en los ritos de prostitución religiosa que caracterizaban el baalismo. Esta conducta se continuó después de la entrada a Canaán, donde la idolatría fue la causa de las humillaciones de Israel frente a sus enemigos durante el tiempo de los jueces (Jue. 2:11–14).Una crisis en la historia de Israel tuvo lugar durante el reino de Acab, cuando la esposa del rey, Jezabel, intentó suprimir la adoración del Dios de Israel y colocó a Baal como el dios de la nación. Jezabel era hija de Itto-baal, el sacerdote-rey de Tiro, un devoto de Melchart, el Baal de Tiro. La fidelidad de Elías a Dios y su exitoso desafío a los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo (1 R. 18) derrotó los propósitos de Acab y Jezabel.Una crisis similar ocurrió en el reino de Judá cuando Atalía, hija de Jezabel y esposa del rey Joram, quiso asegurar el trono para sí misma al matar “toda la descendencia real” (2 R. 11:2). El joven príncipe Joás fue librado y la piadosa Josaba lo guardó en el templo hasta que tuvo edad suficiente para ser presentado al guardia real quien lo proclamó rey. Atalía fue muerta y el baalismo sufrió una derrota.Los profetas Oseas (2:8) y Amós (5:26) denunciaron el baalismo como un acto de deslealtad al Dios de Israel. Josías efectuó una reforma que incluyó la destrucción de las imágenes de Baal arrojándolas al valle del Cedrón y quemándolas (2 R. 23).Aunque el baalismo era un peligro para Israel y Judá hasta la época de la cautividad, el exilio babilónico fue considerado como un castigo por su apostasía. La misión de Israel como testigo de Dios fue creciendo en énfasis en los años posteriores al exilio. Baal es mencionado solamente una vez en el Nuevo Testamento y esto en el contexto en el que el Antiguo Testamento lo cita (Ro. 11:4).Se conoce el baalismo a través del estudio de la literatura épica de Ugarit que data del siglo XV a. de J.C. Las excavaciones de las ciudades palestinas han traído a luz muchas imágenes de Baal y de sus deidades femeninas correspondientes.BAAL, el dios de la tormenta, está representado sosteniendo un garrote en su mano derecha y una lanza en su mano izquierda. La lanza se extiende hacia arriba en forma de un árbol o un rayo estilizado. Encontrado en Ras Samra en 1932. Cortesía del Louvre.