Revista Cultura y Ocio
A veces quisiera ser más tolerante, menos irritable, imprimir a mi rostro una sonrisa casi beatífica y saludar con salvas de aplausos cada idea, cada línea, cada párrafo que se produce en el primero o en el cuarto mundo, pero lo cierto es que al ver engendros como la lista de Babelia con los mejores libros del 2009, no puedo menos que indignarme ante la desfachatez (ceguera, tontería, blindaje mental, casticismo a ultranza, podrían ser sinónimos válidos) de los cincuenta críticos que parieron tal entuerto.
Y es que la listilla revela, entre otras cosas, la insistencia de la “crítica española” por colocar a sus autores a la par de los pesos pesados de otras latitudes y, por otra parte, lo cual es no menos preocupante, expresa la política de los dueños de El País orientada a “mercadear” los productos de sus socios editoriales, un hecho que ya ha sido denunciado hasta la saciedad, pero que alcanzó sus niveles más altos con el “caso Echevarría”.
Aunque es odioso repetir el cliché de las comparaciones, me atrevo a proponer algunos títulos publicados en 2009 y ustedes me dirán si no merecen “desbancar” a unos cuantos de la selección babélica: El Museo de la Inocencia (Orhan Pamuk), Fragmentos de un cuaderno manchado de vino (Charles Bukowski), El material humano (Rodrigo Rey Rosa), Gabriel García Márquez. Una vida (Gerald Martin), Papeles inesperados (Julio Cortázar), La reina en el palacio de las corrientes de aire (Stieg Larsson), El insomnio de Bolívar (Jorge Volpi).