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Baby Driver, melómano de nacimiento

Publicado el 10 julio 2017 por Patrick Bateman @CinefiliasO
Baby Driver, melómano de nacimientoCuatro largos años han tenido que pasar para que podamos disfrutar un nuevo film dirigido por el director británico Edgar Wright, responsable de la divertida trilogía cornetto, compuesta por los films Shaun of the Dead, Hot Fuzz y The World’s End. Traducidas con menos acierto en nuestro país como Zombies Party, Arma fatal y Bienvenidos al fin del mundo. Wright también es el responsable de esa maravillosa y descerebrada -que a un servidor le encanta- adaptación en 2010 del cómic Scott Pilgrim vs. The World con Michael Cera como protagonista en el film.
Wright no es un director demasiado prolífico, se nota que le gusta madurar sus proyectos para obtener el mejor resultado posible. Después de completar la trilogía cornetto en 2013 con The Worl’s End, todo el tiempo que dedicó a la que iba a ser su próxima película, Ant-Man (2015), fue tiempo perdido. Pues entre dimes y diretes con la productora que acabaron en una ruptura laboral y posterior abandono del proyecto por parte de Wright.
El guión de Wright fue reescrito y la película acabó dirigida por Peyton Reed (Separados). Edgar empleó tiempo y dedicación a un proyecto que lo único que consiguió es que el promedio habitual de tres años entre sus trabajos, se alargase un poco más de la cuenta.
Baby Driver, melómano de nacimientoComo viene siendo habitual, Wright ha puesto toda su dedicación en Baby Driver, y eso se nota en el resultado. Pues además de dirigir la obra, también ha escrito el guión, una cualidad indispensable y forma parte dentro de su filmografía. Esto dota de una libertad sin igual a sus películas, una manga muy ancha (por eso abandonó Ant-Man) tan poco usual en producciones de índole tan comercial. Y en eso, esta nueva Baby Driver no es una excepción.
Un joven y talentoso conductor especializado en fugas, depende del ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando conoce a la chica de sus sueños, éste ve una oportunidad de abandonar su vida criminal y realizar una huida limpia. Pero después de ser forzado a trabajar para un jefe de una banda criminal, deberá dar la cara cuando un golpe malogrado amenaza su vida, su amor y su libertad.
Con los típicos avances promocionales, Wright consiguió ponernos un caramelo en la boca del que no sabía que sabor sería. Tenía toda mi confianza, pero como no sabía muy bien lo que me iba a encontrar realmente, moderé un poco mis expectativas desde el primer momento.
El arranque de la película es soberbio. La trepidante persecución sobre cuatro ruedas con la que da comienzo la película a todo ritmo del ipod de Baby, puede hacer que el espectador eleve en ese momento en exceso sus expectativas. Aconsejo no caer en dicho error y simplemente dejar que la historia de robos neoclásica que nos presenta Wright y que evoca al cine de los 70, como por ejemplo Driver (1978) nos atrape poco a poco, sin pausa pero sin prisas. Pues creo que es como el bueno de Wright lo ha planeado desde el principio.
Baby Driver, melómano de nacimientoBaby Driver es una película que no intenta cautivar al espectador de buenas a primeras, es en la segunda mitad de la historia cuando todas las piezas vacías del principio empiezan a encajar.
Justo cuando la película se vuelve un poco más seria, cosa poco habitual en cualquiera de las películas del británico, es cuando el guión de Wright consigue que el espectador empatice mucho mejor con sus protagonistas principales, malos y buenos.
Por lo tanto, el altibajo que supone la introducción del personaje de Debora y que no deja entrever si estamos ante una película de atracos o una comedia romántica, personalmente me ha desconcertado bastante. En ese momento que Baby y Debora se conocen, no sabía bien por donde irían los tiros. Redundancias aparte, el personaje de Debora es el que consigue que la película y el personaje de Baby gane empaque y consistencia en todos y cada uno de los números visuales que propone su director.
¿Qué nos ofrece el bueno de Wright? Pues una película algo más seria respecto a sus anteriores trabajos, pero no por ello menos elogiable. El equipo tecnico rezuma experiencia en el campo de la acción. Las escenas de persecuciones a pie y sobre ruedas, están perfectamente coreografiadas y excelentemente ejecutadas en la pantalla. A pesar de los frenéticos movimientos de cámara, nunca perdemos el punto de vista de los personajes ni de las propias secuencias de acción, que acaban arropadas por un montaje muy familiar para cualquier seguidor de Wright. Los rápidos cambios de planos y planos detalle que desembocan en un ejercicio ampliamente dinámico, forman parte de su emblema como cineasta y nos deja ver su inconfundible estilo, aunque con menos humor, altamente reconocible.
Baby Driver, melómano de nacimientoEn cuanto a la banda sonora compuesta por una buena variedad de artistas que transitan por distintos estilos musicales. Desde el funk, hasta el hip-hop, pasando por el pop y acabando por el rock, no todas las canciones que suenan en la película han sido de mi gusto, básicamente porque muchas de ellas no las conocía, ni van demasiado con mis gustos musicales. Pero en el contexto de cada escena, quedan perfectamente integradas y asociadas a la película.
Las canciones insertadas siempre de manera diegética a lo largo de la historia, le da un sobre punto realista a la película. Todo un acierto teniendo en cuenta la necesidad de Baby, su protagonista, de escuchar música a todas horas. En este ámbito, voy a destacar la persecución al ritmo de Hocus Pocus de Focus, perfectamente sincronizada la acción con los golpes sonoros de la canción. Y el Brighton Rock de Queen que aporta un punto de adrenalina extra en la escena que ha sido insertada.
Entre el reparto, contamos con el veterano Kevin Spacey (Seven) que se presenta como artífice de todos los atracos y mente brillante que planifica los atracos con simpáticas rimas. Ansel Elgort (Divergente) es Baby, un brillante piloto que ejecuta, siempre con ingenio asombroso, piruetas increíbles con cualquier cosa que lleve cuatro ruedas. Aunque para ello necesita canciones adecuadas que le sirven de tiempos de referencia.
Al principio no he sentido demasiada empatía con el personaje de Baby. Pero cuando éste inicia su propia aventura junto a Debora, interpretada muy solventemente por Lily James (Ira de titanes), y ambos se transforman en una versión bondadosa de Bonnie y Clyde. Contrariamente a lo que pueda parecer por su parte romántica, toda la parte de los atracos, gana mucho más interés para el espectador. Al menos en mi caso, ha sido así.
Baby Driver, melómano de nacimientoEntre el equipo de atracadores al que la película dedica toda la atención, lo marca el personaje de El loco, interpretado por Jamie Foxx (Django Unchained) que se muestra excelente en su papel de macarra, dejando claro desde el principio que va a traer más problemas que soluciones. Jon Hamm (The Town) y Eiza González (From Dusk Till Dawn: The Series) completan el grupo tan característico y poco fiable. Muy correctos los dos, pero nada que ensombrezca a Lily, Elgort o Foxx.
En definitiva, Baby Driver, no es para nada lo que me esperaba, pero considero que sigue teniendo todos los tics artísticos tan característicos y personales a los que nos ha acostumbrado el ingenio de Wright.
Quizás, esta vez no tengamos personajes tan carismáticos como en la trilogía cornetto, pero no por ello, son éstos menos buenos en sus roles. En cuanto a la realización y dirección, es de sobresaliente. Es cierto que la historia no ofrece nada especialmente novedoso en su desarrollo dentro del cine de atracos, pero sí que lo hace en sus formas y ejecución.
Como punto flojo, pues la banda sonora no ha sido lo que más me ha gustado, pero el público con mayor diversidad y conocimiento musical, seguro que la apreciará mucho más que un servidor. Baby Driver es una película rabiosamente entretenida para ver sin una idea preconcebida sobre ella, de lo contrario, puede llegar a decepcionar.
Baby Driver, melómano de nacimiento

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