Revista Diario

Bachillerato de excelencia, sí.

Por Negrevernis
Saltaba la noticia: en Madrid se propone desde el gobierno autonómico la creación de centros de Bachillerato para alumnos con las mejores calificaciones. La idea se defiende considerando que hay que apoyar a los adolescentes con más capacidades, a fin de ayudarles a aprovechar al máximo su rendimiento y cualidades para el estudio. Por supuesto, esta propuesta ha sido tachada de segregadora por el gobierno central. Faltaría más. Tremenda osadía la de la Comunidad de Madrid: decir abiertamente que los mejores alumnos están desaprovechados y hay que potenciar sus capacidades... ¡A quién se le ocurre!
Quisiera recordar a sus sesudas señorías y el público en general que el Bachillerato es una etapa educativa no obligatoria, así que no me puedo explicar cuál es el problema. Ya tenemos suficiente en el sistema (des)educativo español durante la Secundaria...
Por supuesto, yo estoy plenamente de acuerdo con esta propuesta. Alguno me dirá: "sí, claro, pero esto es con dinero de todos". Claro, y lo de la jungla de Secundaria, que es peor, también es de parte de todos: educación que casi no pasa de básica (no hablo del "ser educado", que la mayoría no lo es), a precio de 47 millones de españoles y con los peores resultados de toda la Unión Europea. Y eso sí que es obligatorio. Con dinero de todos ese Bachillerato, porque el ayudar a los mejores a sacar adelante sus capacidades sólo puede ser, a la larga, en beneficio de todos: los mejores investigadores, los mejores educadores, los mejores universitarios, los mejores profesionales. Y todo, a precio nacional, de prestigio para todos.
Estoy de acuerdo con esta idea porque algunos de mis mejores alumnos -muchos de ellos, luminosos- tuvieron que soportar las faltas de respeto de unos, el desprecio al esfuerzo diario de muchos, hasta insultos por sacar buenas notas -recuerdo una que pedía que no se le dieran las notas o exámenes junto con el resto del grupo, porque la tenían amenazada. Veo ahora en algunas clases a un pequeño puñado de adolescentes que tiene derecho a rendir más, a que se reconozca abiertamente su trabajo, a que les den también sus clases de apoyo -ya que, en la realidad, las ayudas en tiempo y personal se destinan sólo a los que van peor, aunque la Ley indica que también debe hacerse con los de la cúspide.
Y, en fin, estoy de acuerdo porque así por fin el desgaste físico y emocional que supone dar clase día a día tendría su fruto: merece la pena porque hay trabajo, esfuerzo, resultados, horizonte. Porque a los muy buenos alumnos hay que separarlos para dar rienda suelta a su imaginación y curiosidad, que se ve frenada día a día por los compañeros de pésimo comportamiento, las faltas de educación, las mentiras constantes a las familias y la ley del mínimo esfuerzo. Porque las familias verán cómo sus hijos dan lo mejor de sí mismos y, seguramente, serán así más felices.
Para lo básico, el hacer que la mayoría de los alumnos tenga unas mínimas nociones culturales, regalar los títulos de Secundaria y aguantar el tirón, ya están las etapas educativas inferiores y obligatorias. Pero, por coherencia -que no se lleva: no hay más que ver a nuestros políticos actuales-, que dejen después a los mejores salir a la luz.
Bachillerato de excelencia, sí.

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