SI NO CONOZCO UNA COSA, LA INVESTIGARÉ (Louis Pasteur)
Fuente: news-medical.netHay ocasiones en que la realidad es tozuda y en la que, por mucho que te empeñes, no hay nada que hacer. Y éste es el caso, sin más. Quería darle a la tecla para escribir sobre los bacteriófagos, que son esos esos virus que atacan a las bacterias y se quedan residiendo en sus enzimas. Por lo tanto, son capaces de matarlas con apenas efectos secundarios sobre el organismo, constituyendo una poderosa alternativa a los antibióticos.
Los fagos, así se les conoce, fueron descubiertos en 1915, por Frederick Twort, pero sus investigaciones, durante el sigo pasado, fueron poco relevantes ante el empuje y la efectividad de los antibióticos. Fueron los soviéticos, en la década de los 40 del siglo pasado, quienes vieron el potencial de su uso como alternativa viable a las mutaciones que realizan los antibióticos.
Hay investigadores que ven en ellos una buena opción frente al uso indiscriminado que se ha realizado de los mismos. Los fagos son específicos y atacan a la bacteria objetivo; al contrario que los antibióticos, que son de amplío espectro, siendo muy interesantes para su uso en la industria alimentaria, veterinaria y agropecuaria, debido a las cada vez mayores restricciones de uso de antibióticos.
Se me hace injusto el seguir escribiendo sobre los bacteriófagos sin realizar un reconocimiento a Margarita Salas. Ella descubrió el proceso que sigue un virus para infectar un organismo y posteriormente desarrollarse en su interior. Trabajó con un virus inocuo para el ser humano, el fago Phi29. Sus estudios sirvieron como modelo para el estudio de otros virus. Durante años su patente fue la que mas beneficios dio al Centro Superior de Investigaciones Científicas español.