Revista Cine
Director: Eric Red
Que acá aparezca Michael Paré, a quien hace poco veíamos en "The Philadelphia Experiment", es pura coincidencia, aunque tampoco podría afirmar con certeza por qué decidí ponerme a ver "Bad Moon", quizás porque es de hombres lobo y, a decir verdad, creo que no he visto nada de hombres lobo, o por lo menos no he comentado nada de ello por acá. Ya era hora, y qué mejor que con una buena película como ésta, la que, creo yo, trata y ejecuta de manera digna el tema licántropo.
"Bad Moon" es una película precisa y concisa, sencilla y amena, con sus buenas dosis de sangre y gore (cómo me encanta cuando los hijos de puta reciben su merecido, exquisito gore mediante), y bastante peculiar y curiosa, por lo demás, miren que el verdadero conflicto, o al menos el motor narrativo que guía al relato, se da entre Michael Paré, que en la violenta y sensual primera secuencia de la película es atacado por un hombre lobo (convirtiéndolo a él en hombre lobo, claro), y el pastor alemán que vive con una abogada y su hijo, quien intuye que algo no anda bien con Paré. Esto es así porque Eric Red, el director, acierta completamente al no perder el tiempo jugando al despiste con la condición de Paré o intentando confundirnos con los "misteriosos" asesinatos causados por un animal de fuerza descomunal (que es en donde fallan muchas películas, de hombres lobo u otras criaturas, que intentan hacer parecer que el monstruo se encuentra fuera del núcleo de los protagonistas y no dentro de él, aunque para la gran revelación siempre sabemos que el monstruo era el tío que vuelve después de mucho tiempo o algo así); por el contrario, nunca se nos oculta que Paré es un hombre lobo, de esta forma su presencia es un peligro para la familia y la tensión narrativa se construye a partir del primer contacto, incluso cuando el tipo tiene la mejor de las intenciones, lo cual nos lleva al conflicto dado: el pastor alemán quiere proteger a su familia (sobre todo al chico), lo mismo que Paré, sólo que a él lo afecta su trágico mal. De esta forma, "Bad Moon" es un duelo que crece en tensión y violencia de manera paulatina y consistente hasta volverse insostenible, como ya dije, sin irse por las ramas ni perdiendo el foco del relato.
Con todo, lo que más me ha gustado es esa lucha subyacente entre la inocencia más pura y la maldad más irracional, características representadas, respectivamente, en el pastor alemán y el hombre lobo en que se transforma Michael Paré (quien también tenía de lo primero, si bien su animalidad interior lo devoró por completo). Lo anterior le otorga innegable fuerza al conflicto, pues no sólo es una entretenida pelea ejecutada con mano firme, sino que también una fábula que oscila a la perfección entre su lado infantil (en el buen sentido, en el mejor sentido) y su lado adulto, oscuro. Y, que conste, Eric Red en ningún momento (a excepción de la escena final, quizás, de ese soleado epílogo) se pone cursi ni meloso, al contrario, ofrece un tratamiento diáfano de la bondad que mueve al niño y al pastor alemán y de la inocencia que reflejan sus miradas, las cuales contrastan notoriamente con el peligro que se esconde en los profundos ojos de Michael Paré, cuya actuación transmite con contundencia la tragedia interior que lo invade (en serio, el tipo se pone cada vez más siniestro y tenebroso, el mérito es tremendo). Y por último, no me puedo ir sin elogiar al pastor alemán, otro que actúa fenomenal (¿o me van a decir que sus primeros planos no los conmueve en nada?) y que se convierte merecidamente en la gran estrella de la función. ¿Es que queda alguna duda de que el perro es el mejor amigo del hombre?