Revista Cine
Director: Terrence Malick
Parecía maldición la cosa: cada vez que comenzaba a ver la tercera temporada de "Twin Peaks", literalmente a los cinco minutos o menos comenzaba o una sinfonía de ladridos (y ustedes saben cuánto duran las sinfonías) o cualquier alboroto en la casa, por lo que prefería dejar el visionado para otra ocasión. Hoy, luego de haber visto "Badlands" (sin interrupciones, por lo demás), la opera prima de Terrence Malick, me dije "ok, que la quinta... o sexta, ya no recuerdo, sea la vencida". Pero no hay caso. En esta ocasión los ladridos comenzaron a los quince minutos, y como eran quince, que no es poca cosa, preferí esperar un rato y continuar. Luego no hubo problemas. Sobre la serie en sí, el primer episodio es una rareza de tomo y lomo, un tanto desconcertante, pero de todas quedé enganchado a este universo, por lo que me puse a ver el episodio dos, el cual me dejó aún más adicto gracias a su bonito final. Después decidí ver el tercer episodio de "The Deuce", la serie de HBO co-creada por David Simon. Ya me referiré como corresponde al respecto cuando sus ocho episodios hayan sido emitidos, pero por ahora sólo diré que "The Deuce" es mucho más que una serie sobre los inicios del porno legal, que es la cuña con la que se ha vendido en los medios y también el argumento que algunos mediocres y miopes utilizan para criticar... ¿qué?, ¿que no hay mucho sexo o que apenas se habla de la industria pornográfica? "The Deuce", más que un drama coral cuyas piezas en algún momento deben encajar "para así hacer sentido" (tener tales expectativas es subestimarse como espectador y, sobre todo, insultar la calidad de los narradores), es una ventana a personajes de carne y hueso, personajes marginales cuyos hogares son las calles y los bares de mala muerte y los hoteles de aún peor calaña, con problemas reales y vigentes, en tiempos cambiantes y decisivos. Así como en "Vinyl", que respiraba con furia por cada poro de su imagen, "The Deuce" no sólo se introduce en una época: también la vive, y en una sola escena hay más conflicto y potencia dramática que en todo el entramado argumental de "House of Cards". ¡Se trata de la puta experiencia! ¡Las historias son experiencias, no argumentos! Al menos "The Deuce" ya se aseguró una segunda temporada (espero que no hagan la canallada que le hicieron a "Vinyl", cancelándola meses después de haberla renovado), y sí, a este blog le falta David Simon.
Charles Starkweather, de veinte años, era uno de estos muchachos no demasiado brillantes, que si lograban encontrar un trabajo de mierda aún así lo hacían mal. Su comportamiento errático eventualmente hizo que su padre lo expulsara del hogar, teniendo que aceptar cualquier trabajo con tal de sobrevivir. Antes de su destierro, Starkweather comenzó una relación con una niña de 14 años, Caril Ann Fugate, y qué se puede decir: la familia de la chica no aceptó que su angelito fuera la novia de un recogedor de basura con más dientes que neuronas. Enojados, "enamorados", la única solución aparente era fugarse, huir de esta gente y vivir allá en donde nadie los molestaría, donde nadie les diría que no pueden estar juntos. Pero es más fácil decir que hacer... Sin embargo, la excusa perfecta para dejarlo todo llegó cuando Starkweather mató a los padres y a la hermana de dos años de Fugate; qué más podían hacer salvo esconder los cuerpos y escapar de la policía. Y mientras fueron prófugos de la justicia, otras tantas personas (y un perro) murieron, víctimas de la impredecible ira de Starkweather. Al final los atraparon y al muchacho lo ejecutaron en la silla eléctrica. (Más información la encuentran en este episodio de "Índice de maldad").Más de una docena de años después, Terrence Malick escribe y dirige esta joya llamada "Badlands", película protagonizada por Martin Sheen y Sissy Spacek como una joven pareja de novios que huyen de la policía luego de que él asesinara al padre de ella. La película es una maravillosa experiencia. Malick dota a sus imágenes de una deliciosa sensibilidad, crea una atmósfera tan mágica como incierta, extraña: es la impresión del tiempo y la naturaleza en la mirada de estos jóvenes perdidos. "Badlands" es el retrato de un período de la vida, un período irreal de paisajes eternos y sueños despiertos. Malick va más allá de la psicología barata y la idealización del amor o el romanticismo de la violencia. Sus personajes son prófugos (en un sentido poético, ja), son solitarios, no pertenecen al mundo, y nosotros vemos su mundo, un mundo cuasi infantil e ingenuo que flota sobre el mundo en el que vivimos nosotros, con los ojos de la protagonista, la chica que durante un tiempo, un tiempo que ya pasó pero que parecía no tener fin, estuvo enamorada de un recogedor de basura de gatillo fácil: el tiempo durante el que ese mundo se mantuvo, libre y salvaje, en el aire...
Gran banda sonora, grandes actuaciones, gran fotografía (dense el tiempo de contemplar esos colores... ¿es mi idea o ya no se filman películas como antes?). Gran película, inigualable experiencia (como la que me han dado tantas y tantas maravillosas películas).