
Curiosa moda, al parecer actualmente extendida en Japón, y que consiste en inyectar agua salda (suero fisiológico) debajo de la piel y deformarla luego al antojo de cada uno, efecto que alcanza las ocho horas de duración. El modelo más común es el de un donut colocado bajo la piel de la frente, que es muy propio, a la vez que cómodo y elegante.
La distensión del tejido cutáneo imprescindible para alojar el líquido, es dolorosa, como supongo que también lo será colocarse un “piercing” en el frenillo, el clítoris o la lengua, con la diferencia de que el efecto del metal es más prolongado. Esta moda, por llamarlo de alguna manera, tiene el atractivo de lo efímero, como los castillos de arena que desaparecen con la marea. No faltará quien analice las causas de esta tendencia, o quien lleve a cabo un sesudo estudio sobre el origen, seguramente ancestral, de tal costumbre. Uno, que es más sencillo, solo puede pensar en un refrán popular: Cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo espanta moscas.
