Siguen floreciendo. 14 de marzo de 2020.
Estos días me repito mucho una frase de Joaquín Araujo, “que la vida te atalante”. Atalantar: cuidar, calmar, tranquilizar, proteger. Ser capaces de mimar a nuestras cabecitas, de no naufragar. Acunar las horas, gritar para que nos escuchen los que de verdad necesitamos, desahogarnos y desnudar el corazón. Louise Glück escribió que “a veces un hombre o una mujer imponen su desesperación, / a una persona, a eso lo llaman / alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma.” Supongo que para que la vida nos atalante, ante la desesperación, debemos desnudarnos. La valentía debe liderar el aislamiento. La sinceridad debe alejarse del borrador, ser de verdad. Podemos quejarnos, podemos llorar, podemos echar de menos. Con megáfono y neón. Debemos. Eso no supone rendirse, no del todo. Porque sabemos, como dijo Ben Clark, que contra todo florecen los almendros. Que la luna volverá a vivir su ciclo, que la primavera llegará igual, aunque nos encuentre en pijama. Sabemos que habrá casas de monopolicen las risas, tal vez nos dediquen alguna de ellas. Sabemos que los geranios florecerán, confiamos como lo hicimos ante el ataque del gusano. Y lo sabemos porque no nos queda otra. La bailarina alemana Pina Bausch declaró en su día “bailen, bailen, o estamos perdidos”. Bailemos. Añadamos el baile a nuestra receta. Aguantar el miedo, desistir, atalantar, desnudar el corazón y bailar. ¿Y tú, bailas conmigo?
**Actualizado la noche del 3r día de confiamiento. En la película The farewell, hablan de un proverbio chino que dice que la enfermedad no te mata, te mata el miedo a la enfermedad. Aguantad el miedo lo más posible. Aguantadlo.