Vivimos en “un mundo tan impaciente y tan frenético que hasta la lentitud la queremos en el acto.”
‘Este trabajo es para ayer’, ‘Sólo hay tiempo para comer rápido’, ‘Mi agenda esta semana está full… y la que viene también’, ‘No tuve chance de llamarte’, ‘Será que lo puedes hacer más rápido’, ‘Ven aquí ya’…..
La velocidad con la que estamos viviendo nuestros días, nos ha llevado a sumirnos ante una carrera constante y rápida contra el reloj. La sociedad actual da mucho valor al estilo de vida de personas que tienen “orgullosas” agendas ocupadas hasta límites explosivos, a la velocidad se le rinde pleitesía, mientras que la calma se convierte en el blanco de los prejuicios.
Estamos conducidos a vivir por inercia, o mejor dicho a sobrevivir como lo indica Carl Honore, autor del libro Elogio a la Lentitud. Somos cada vez más dependientes del tiempo, y peor aún del tiempo que se nos va, por lo que nos sentimos que vivimos al borde de la extenuación, y tanto el cuerpo como la mente nos recuerdan constantemente que el ritmo de la vida gira vertiginoso, descontrolado.
oAcelerando, ando….
Quizá tenemos la sensación de que al realizar muchas cosas rápidamente, podremos finalizarlas antes de lo planificado y tener más tiempo. Sin embargo, el autor condensa una serie de planteamientos que nos invitan a reflexionar, ya que asegura que “nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo, pero la paradoja es que la aceleración nos hace desperdiciar la vida”.
“Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”
Lo importante es revisar nuestra agenda y tratar de ver con objetividad si estamos condenados para siempre a luchar deprisa (no solo en el plano laboral, sino que esta condición de rapidez es aplicada a todas las esferas de la vida), o si podemos bajar la velocidad y embarcarnos a disfrutar de la vida que tenemos, enfrentarnos a lo que nos pasa y de convivir con los nuestros.
Quizá podamos aprender sobre esta filosofía de la lentitud, que no es otra cosa que buscar el equilibrio. Descubrir que en el punto menos esperado: la calma, se encuentra una fuente de energía y eficiencia. Así que busca pronto el momento para replantearte tu relación con el tiempo y el precio que pagamos por someternos a él.
En fin se trata entonces de reducir la marcha, y darle a cada cosa su “tiempo justo”.
oEl Dato…
En una de sus entrevistas Carl Honoré respondió a la siguiente pregunta, luego piense ud. como la contestaría… ¿Tenemos prisa en todo? ¿También para amar?
Estudios dicen que el 20% de los humanos interrumpimos el sexo para contestar una llamada, mandar un mail o incluso poner un Twitter. Una revista dedicada a parejas en Londres sacó en la portada un titular que decía cómo llegar al orgasmo en 30 segundos, incluso en la cama somos como diciendo ¡preparados listos ya! Eso se ve igual con las amistades. Uno encuentra gente que en Facebook tiene 4.500 amigos, esa es la devaluación de la amistad, se trata siempre de la cantidad y no de la calidad. Tenemos que reeducar la paciencia.
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