Bajando al delta, terminamos con playita

Veo que tenemos esta cosa de desafío al tiempo, a la meteorología. Y hasta ahora, en Myanmar, siendo temporada de monzón apenas a llovido por donde hemos pasado, y más aun, tampoco ha hecho un calor excesivo, así que hemos dicho: “¿por qué no lo intentamos y vamos donde el monzón supuestamente es más fuerte?, ¿por qué no vamos a la playa?

Así que los últimos días en Myanmar son días de playa y como no, el monzón se fue para que llegásemos a una playa desierta y disfrutásemos de un baño en un agua caliente con una puesta de sol que te deja con ese sentimiento de ¿qué he hecho para merecer esto?

Y es la peor época para venir, más de la mitad de los hoteles cierran, los restaurantes cerrados a cal y canto, no existe Internet que valga, sólo playa, marisco y puestas de sol.

Por las noches se forman partidos de fútbol en la playa, de locales que con tres troncos forman porterías bien clavadas en el suelo, como en cualquier otro lugar del mundo, camisetas contra sin camisetas y horas jugando hasta que el sol se pone por completo que tras un chapuzón todos al agua. Como no, uno se tiene que unir a cualquier tradición local y más si se trata de fútbol.

Y así transcurren los últimos días de Myanmar, en pueblos de pescadores, con una vida tranquila, desafiando al monzón, y baños interminables en las limpias y calentorras (para uno acostumbrado al cantábrico) aguas del mar de Bengala. Parada bien merecida por el trote que nos hemos dado por el país de las sonrisas y caras amarillas!