Hace dos días me llamó una buena amiga para comentarme una cuestión sin importancia de un fichero que convendría quitar de internet. Había tenido una semana horrorosa. El lumbago daba sus últimos coletazos. Mi mujer acababa de caer con gripe. Las gestiones caseras se multiplicaban sin tener manos suficientes para todo. Cogí al primer "chivo expiatorio" que me pilló a mano, en este caso mi amiga al teléfono, y le solté "sapos y culebras". Lo que me preguntaba apenas tenía importancia, pero en mi agobio interno me pareció tan absurdo, que resulté seco, abrupto, cortante y maleducado. Me sentí fatal cuando le colgué. Y ayer quise disculparme con ella. Por desgracia, cuando tienes tantos frentes abiertos no eres capaz de mantener el equilibrio. Y a mí me sucede con más frecuencia de la que debería. A veces cualquier olvido de los niños, cualquier pequeña norma casera incumplida, o a veces cualquier comentario sin intención alguna, reaviva mis conflictos interiores, mis susceptibilidades desbocadas, mi necesidad de sentirme válido o simplemente mi ego. Y la fiera sale fuera.Ayer me llamaron a capítulo. Cuando te dicen "tenemos que hablar" y te llevan a la habitación que usamos en casa para la meditación, ya te imaginas de qué va la cosa. Y reconozco que me resistí "como gato panza arriba". A pesar de que quien me llamaba al orden es mi compañera de camino de toda la vida (y probablemente de otras vidas anteriores), al ego no le suele hacer mucha gracia que le den un toque. Pero viene bien. Más que bien. Porque el camino es largo y las distracciones muchas. Porque esto no va de seguidores o de metas alcanzadas, sino de las pequeñas victorias diarias frente a nuestros defectos, frente a nuestras faltas al prójimo, frente al desequilibrio personal o familiar, frente a los pequeños traumas o paranoias que todos traemos de serie desde pequeños. Por eso es importante este compartir. Porque poniendo sobre la mesa que eres susceptible o que saltas más de la cuenta, adquieres un compromiso mayor por velar por esos desequilibrios que el que más o el que menos tiene muy guardaditos entre tantas capas de persona adulta y responsable. Por eso doy gracias por esas llamadas a capítulo de quienes me quieren. Por eso doy gracias por tener una compañera de viaje que es una maestra única de la asignatura más difícil: la vida. Y por eso es importante que nos bajen de los altares, y que compartamos entre todos el peso de las mochilas en este bello camino por un mundo diferente.
(FOTO: un precioso altar de un templo budista, a 10 minutitos de casa)
NOTA: Este post se publica como todo lo que escribimos gratis y en abierto en nuestro Blog y en nuestro Patreon. Pero nos preguntan qué cosas hemos compartido ya y de las que se podrían beneficiar quienes colaboren con una cantidad simbólica (desde 1€/mes) en nuestro Patreon Solidario. Ahí van algunos ejemplos de cosas ya compartidas:
- De vídeos de charlas nuestras: "Los hijos, nuestros espejos", "Misión de los padres: ¿proteger o dar alas?", Hablando de populismos en la tele...
- De recetas caseras: Donuts caseros, Huevos rotos con chorizo vegano, Albóndigas de berenjenas,
- De remedios caseros: Nuestra pasta de dientes casera...
- De bromas y chorradas varias: Lavándonos los dientes en el camarote de la familia Meys
- Posts en inglés: "Sparrows in the kitchen", "The Revolution of the toast"
- Posts en francés: "Innover en solidarité", "Lettre à un fils", "La Révolution du pain grillé"