Ciertamente no se esperaban de Rajoy milagros, pero sí un poco de aire fresco, aunque fuera a costa de grandes sacrificios; eso, le aportó esperanza a España, esperanza de recuperación, esperanza de futuro, esperanza de trabajo y de que los hijos no tuvieran que emigrar a Alemania; había ánimos de asumir los recortes necesarios, para salir del hoyo, pero dieciséis meses después de aquello, España parece un huerto abandonado por el destrozo del desempleo, un país atascado en la expectación de la mejoría que no llega. Es hiriente, devastador, vivir sin saber cuándo vendrá el futuro; la gente ansía salir de esta, remontar, crecer y vencer el paro. España exige un plan de choque para salir del pozo negro y atisbar la luz; y si es que no pueden y esto no llega, que dimitan todos.
Afirma Rajoy que “si no llegamos a subir impuestos, ahora estaríamos rescatados”; y hay quienes opinan que ha sido una gran “proeza”, pero, eso es una incógnita, que nunca se podrá comprobar. Sin embargo, parece que el hecho fundamental estriba en que meses después Draghi afirmó, que “el BCE hará lo necesario para sostener el euro… y créame, eso será suficiente”; sin esta determinación a favor del euro, España no habría tenido alternativa, pero Rajoy no se enteró y mantuvo todavía unos meses abierta la opción del rescate; verdad es, que acertó al proponerse el objetivo prioritario de corregir el déficit, pero el déficit no es más que una relación de ingresos y gastos y optó por la más fácil: el aumento de los ingresos mediante impuestos y no por la reducción del gasto y, contra su programa, llevó a cabo nada menos que treinta subidas de impuestos en dieciséis meses y no recortó el gasto estructural de la monstruosa administración triplicada y desmedida; y apenas está emprendiendo las reformas necesarias e imprescindibles, ni políticas activas de empleo, que era y es lo primero que tenía que abordar. Sigue sin haber un compromiso serio de reducir el tamaño de las Administraciones Públicas; economistas de renombre creen que el actual modelo autonómico “no es sostenible” por su largo despilfarro y corrupción. ¿De qué le sirve la mayoría absoluta? Rajoy se ha rendido ante la estructura del Estado, no quiere reducirlo y, manteniendo el despilfarro y la sacaliña que le tienen los nacionalistas catalanes y demás taifas, no va a adoptar ninguna medida de ahorro público, mientras, el ciudadano, cosido a impuestos, tendrá que pagar y callar. ¿Cómo se arregla esto, si se sigue gastando más de lo que se tiene y derrochando sin tino?
El PP no sabe comunicar ni crear expectativas; parecía, que, al encontrarse el Gabinete con la cifra de seis millones y pico de parados, iba a presentar un paquete de nuevas medidas y afrontar la situación con la vista puesta en los que llevan cinco años viviendo la crudeza de los recortes; pero no; las novedades sólo son nuevas subidas de impuestos, nada, sólo decepción y desencanto. Lo peor de la obstinación impositiva del Gobierno tiene su repercusión inmediata: un menor dinamismo económico y más paro. Rajoy cree que está distribuyendo equitativamente las cargas de la crisis, se equivoca; con su política está repartiendo miseria, porque quienes pueden crear riqueza se ven disuadidos por sus medidas; quienes quieran trabajar o ahorrar se lo pensarán dos veces, porque las pensiones cada vez serán de menor cuantía y las prestaciones sanitarias y educativas serán más endebles; esto es lo que pasa cuando no hay nada que repartir: es el gran error de la visión de Rajoy, que él considera compasiva; está cometiendo errores que hipotecarán la economía y los sueños de lo ciudadanos los próximos años.
La UE, como M. Draghi, aconseja que el Gobierno debe recortar el gasto corriente, para no imponer más penalidades a las empresas y a las familias, aun a costa de enfrentarse a los intereses de la casta política; además, ha de procurar disminuir la deuda pública, que no habrá de llegar al 100%, ello tendría consecuencias totalmente negativas; no podemos admitir el fatalismo y la impotencia del no se puede ni caer en la presunción de que los males de nuestra economía no tienen solución y menos aún teniendo la mayoría absoluta.
No obstante, en estos días, el Ejecutivo empieza a decir que lo peor ha pasado y pronto se volverá a crecer, es, pues, la hora de plantearse una reducción de la carga impositiva. El Gobierno dice que España ha superado el momento duro de la crisis, que lo peor parece estar pasando ya; en el mes de Abril, se han dado ciertos indicios que tratan de anunciar la salida del túnel, que las cosas pueden ir a mejor en un plazo razonable. ¿Será eso posible? Así lo deseamos de verdad.
C. Mudarra
Revista Opinión
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