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Bajo el mismo yugo de la misma raza bastarda de rapaces

Publicado el 04 junio 2010 por Peterpank @castguer

El lego duda en cuestiones de fe. Pero no en las de ciencia. Cree a la autoridad reconocida, tomando por prueba su palabra. Indiferente a la evidencia en contrario, sólo dejará de creer si se lo ordenan. O el oráculo cae en desgracia. No hace mucho los sabios y por extensión la plebe, que somos todos, tomaban por loco visionario, a quien aventuraba que el hombre podría volar. Lo hizo posible la técnica, quedando en ignorante el que lo puso en duda, cambio que no transformó al precursor en profeta. Porque lo sabía, Leonardo, escribió de izquierda a derecha. No podría leerle quien fuese incapaz de comprender que necesitaba un espejo.
 
No todos los hallazgos son tan evidentes. Negado lo material, aunque se pruebe por si mismo; explicar lo que no se materializa, ofrece serias dificultades. No siempre es posible encontrar las palabras y ordenarlas adecuadamente, de manera que el otro pueda entendernos. En especial si topamos con la barrera del paradigma. El historiador no puede modificar el pasado, pero sí inventarlo. Creada la mentira, no se cambia en verdad por mucho que se repita, pero adquiere consistencia. Desprestigia a la objetiva y a su portador, generando realidades torcidas, porque lo que surge del error, no puede ser positivo. Hábito de políticos es justificarse y justificar el presente, buscando precedente en el pasado, hacen pasar desatinos, atropellos y errores por aciertos. Esta es la causa de que la realidad haya de salvar maraña de obstáculos, ajenos a la razón, para emerger. Enfermedad colectiva el complejo de inferioridad, que desea pasado "nacional" glorioso, como si lo que sucedió pudiese condicionar el presente, se crea a golpe de imaginación, protegiendo a la criatura el silencio cómplice de la auto censura. Acariciando glorias que no fueron, el conjunto de racionales que encarnan "la patria" cae en el inmovilismo de la auto satisfacción, parte del todo inmaterial, que es la esencia de todos los integrismos. O lo que es peor en una nostalgia por lo que no fue, absurda por desinhibidora. Bueno apoyarnos en lo mejor de lo heredado y emularlo, anclarnos en un pasado irreal, es el medio más eficaz de impedir la reconducción del futuro.
 
En el origen de toda mentira inconsciente, hay una mentira consciente. Y tras esa mentira, intereses concretos. Hizo "necesario" el “descubrimiento” la brutal devaluación del maravedí, que afectó a Castilla en la segunda mitad del siglo XV, en crisis a causa de guerras constantes. Ventas sucesivas de una misma propiedad, concretamente la Alquería de la Vaca, fronteriza con Portugal, en la provincia de Huelva, a su tiempo templaria, prueban la pérdida de valor de la moneda a través de la reevaluación de una tierra, productora de bienes de consumo, de los que el hombre no puede prescindir. Comprada en 1453 por 24.000 maravedís, en 1490 se vendió en 390.000. El oro obtenido en el 92, remedió la situación en lo inmediato, pero generó una economía de consumo, que pasando por la deflación, terminó en ruina del país. Había pasado poco más de un siglo de la aventura colombina, en 1609, cuando el duque de Lerma, valido de Felipe III, confesó la bancarrota. Perdidas las colonias americanas en el XIX, quiso la metrópoli reemplazar la explotación directa por ascendiente moral, buscando en el prestigio esa influencia política, que procura beneficio económico, sin caer en que el orden del capital globalizado, sólo puede hacer al pobre más pobre, de fronteras a fuera y a dentro, al concentrar la riqueza en pocas manos.
 
Las riquezas naturales de Sudamérica atrajeron y atraen a las potencias. Pero si antes de la conquista albergó conjunto de pueblos ricos y soberanos, que comerciaban con las potencias asiáticas y europeas en plano de igualdad, la desmoralización que siguió a la destrucción fulminante de su civilización, seguida de ocupación prolongada, dejó por secuela conjunto de países potencialmente ricos, pero incapacitados para aprovechar sus riquezas. Explotados endémicamente por terceros, cuyos intereses protege una elite codiciosa e impresentable, impuesta desde el exterior, el conjunto se descapitaliza, ofreciendo el espectáculo de una pobreza insultante, alimentada por la ignorancia y la superstición, generadoras del fanatismo, que permite al inepto asentarse en el poder, para ejercerlo desde la prepotencia. Las crónicas de los primeros tiempos de la ocupación, reflejan el efecto que produjo en los americanos, la brusca desaparición de su mundo. Habiendo perdido en un instante entorno, costumbres y pasado, se hundió en la desesperanza, renunciando a sus valores. Observadores los clérigos, les sorprendió un pueblo que tras dejarse engañar repetidamente por los castellanos, por no concebir la idea de que el racional pudiese mentir, se hicieron profesionales avezados en el arte de la mentira.
 
Jerez, cronista de Pizarro, Cortés, que lo fue de sí mismo, no ocultaron su admiración ante unas ciudades, técnicamente superiores a las castellanas; un derecho de gentes elaborado, que se aplicaba con rapidez, sin incurrir en injusticia. Obligado el americano a hundirse en la autodestrucción, para sobrevivir en la injusticia, Juan de Ángulo, destinado en México, escribía en 1693, que bajo Montezuma, el azteca no perdía el sentido por el uso del alcohol o la droga, porque además de estar prohibido, lo impedía su dignidad. Perdida tras la conquista, bebía "para emborracharse", mezclando ambas cosas para olvidar el presente, a la espera de que se cumpliese profecía de consolación, que prometía el regreso de Montezuma y la libertad. Hemos de admitir que proliferaron los incrédulos, empeñados en adelantar el futuro. Constantes las revueltas, los criollos no tardaron en aliarse con los naturales. La base de intereses comunes culminó en las guerras de la independencia. Contaminadas las provincias por el Siglo de las Luces, el ejemplo de las colonias inglesas les incitó a seguir al Libertador. Logró Bolivar expulsar del sur al colonizador, pero no consiguió expulsar a la corrupción importada. Conocida entre los españoles, en pleno siglo XVI Alonso de Guzmán escribía al rey con orgullo, que estaba en el derecho de hablar, porque nunca tuvo cargo ni intereses en Indias.
 
Quien delinque desde el poder, a más de eludir el castigo, borra sus huellas. Hoy y hace milenios. Fue la conquista colombina apropiación indebida y por la fuerza de tierra ajena, que se ha disimulado por espacio de 500 años, bajo capa de descubrimiento glorioso. Han ayudado sucesivas limpiezas de pruebas, amparadas en envilecimiento paralelo de las conciencias. Creada la patraña americana, perduró sin problemas, por no haber osado que hurgase en legajos farragosos, despreciados por aludir a personajes anodinos. O por el temor, presente en muchos, de encontrar lo que no debían. Los primeros no realizaron que entre demandas de limosna, procesos por hurto y cuestiones matrimoniales, se esconden documentos, que habla de navegaciones precolombinas y del propio Colón. Revelan que la "aventura colombina" no pasó, en su tiempo, de travesía rutinaria. Recopiladas y relacionadas fuentes, salvadas milagrosamente, sólo la carga política que arropa a la ficción, impide hacer camino a la verdad. Reconstruido el hecho en líneas generales, lo incomprensible se hace lógico, encajando las partes en el puzzle de un todo, que no tardará en ser completado. Un día se probará que América aparece en las tablillas de Oriente Medio, los jeroglíficos egipcios y la Biblia. Y el Gog y Magog del Apocalipsis, se ubicará en tierra americana, quedando explicada la obra de San Borondón, sin necesidad de recurrir al paraíso. En el futuro no se estudiará el "descubrimiento", pero sí el mecanismo mental, que hizo posible la "era de la credulidad", preludio de la eclosión del periodo de la gran política de la mentira.
 
La historia es para la humanidad, lo que la memoria de su pasado para el individuo, es decir, experiencia colectiva. Disminuido e indefenso el amnésico, porque perdió su experiencia, lo es igualmente una sociedad desmemoriada. Ignorar la causa de errores colectivos precedentes, es causa de que las elites los repitan sin pagarlos, porque son los "de abajo" quienes sufren los caprichos y errores, cometidos por los "de arriba". Saber "qué" sucedió efectivamente y “por qué”, haría del indiferente opositor o colaborador activo, impidiendo que unos pocos, por codicia de poder, riqueza y gloria, destruyan en lugar de construir. La técnica ha modificado el entorno del hombre, aumentando su poder. Pero su arquitectura mental, sigue siendo la que hizo posible al sapiens.
 
Sin la colaboración de Alejandro VI, papa aragonés, elegido gracias al oro de Fernando el Católico, no hubiese habido bula "Intercaetera" en 1493. Pudo extenderla el Pontífice, porque el profeta Colón "descubrió", probando que el Altísimo premiaba a Isabel con un continente, al que se hizo acreedora por haber introducido la Inquisición en Castilla, destruido el reino de Granada, teniendo en cartera la conversión por la fuerza de los musulmanes y la expulsión de los judíos. Sueño de Isabel llevar la “verdadera religión” a unos pueblos, vírgenes en lo espiritual, que "vivían desnudos por los montes y no comían carne", las riquezas que Dios puso en la tierra, fueron declaradas premio, destinado a financiar la empresa. Obligado que los americanos respondiesen a la descripción papal, los conquistadores, incluidos Cortés y Pizarro, destruyeron cuanto se dejó destruir, negando la presencia de credos de importación. La horda blanca aculturizó a los pueblos brutalmente y aunque no logró controlar el continente en su conjunto, destruyó a los americanos a siglos vista.
 
El interior y buena parte del reino de Fez, sobrevivió al envite. Sometido a la autoridad del Xarife, a pequeños estados judíos y "nazarenos" o cristianos, más o menos independientes, no faltaron seguidores de la ley mosaica en la corte musulmana. Entre estos reinos se incluye el de las “Siete Ciudades”, del Preste Juan. Sedeño, historiador del siglo XVI, cuenta que en la minoría de Enrique III, siendo regente de Castilla el infante Fernando de Antequera, mandó embajadas a países exóticos, "sólo por ser informado de sus tierras, estados, costumbres y de cosas memorables que había en aquellas partes". Entre otros visitaron al "Preste Johan de las Indias". Animista la base de población americana, los tres credos se mezclaron, conviviendo en paz, como en la España islámica. Fernández de Oviedo, gobernador en Castilla del Oro en 1525, señala que los naturales usaban vocablos árabes, rezando en mezquitas, templo que un español de entonces, no confundía. En su segunda “Carta de Relación”, dedicada a la batalla de México capital, cuenta Cortés que 500 aztecas “tomaron aquella mezquita grande”, subiendo a la torre más “alta y más principal”, cuya escalera tenía más de cien escalones. La rodeaban “azoteas”, “tan anchas como un paso”. Y Juan Castellanos, criollo de Venezuela, profesional de la trata, se refiere a encuentros, generalmente problemáticos, con huestes que lanzaban los gritos, de los “seguidores de Mahoma”.
 
Probando que cuanto escapa a la lógica, no puede ser verdad, la "hazaña descubridora" hace del pasado común relato fantástico, que admite la fe, pero no la razón. Lógico que el hombre, desde que aprendió a navegar, procurase hacerlo por aguas limpias, al hilo de vientos y corriente, no lo es que se obstinase en costear desiertos, entre escollos y bajos, por no dejarse llevar, casi sin querer, al continente del oro. Verosímil que los contactos en ambas direcciones, fuesen coetáneos del descubrimiento de la vela, lo es igualmente que se limitase frecuentar los puertos y bancos de pesca, que ofrecían mayor ganancia. Conocido el camino, nada indica que manifestase curiosidad por el entorno. Lejano, profundo y escaso el oro de África, lo buscó donde podía obtenerlo abundante y sin esfuerzo, a cambio de cereales y mercancías europeas. De haber consultado la documentación olvidada, es probable que entre los artículos de la fe colombina, no figurase el origen americano del pimiento. Llamada "manegueta" la guindilla, aparece en provisión de Isabel la Católica de 1475. En preparación la armada, que había de iniciar la guerra, ordenó a Rodríguez Lillo que conquistase la Guinea y las “partes de África”, cargando al retorno oro, esclavos y "manigueta".
 
La limpia de archivos ejecutada por Fernando el Católico, se dejó tantas pruebas del “no descubrimiento”, que es posible completar el supuesto. En 1992 publiqué “No fuimos nosotros”. A mi alcance ordenanzas de Palos, codificadas en 1485, sabía que para sacar las carabelas de Palos, Isabel la Católica tuvo que adquirir participación en el señorío, por estar prohibido a los paleños embarcar en carabelas de armada, fletadas en su alfoz por quien no fuese señor de Palos. Años más tarde encontré en Simancas la escritura, por la que Isabel compró la mitad de la jurisdicción de Palos al conde de Cifuentes y hermanos, firmada a 24 de junio de 1492. Tantos eran los documentos desconocido, que hube de redactar un nuevo libro: “África versus América”. Se publicó con dificultad y no son menores las que estorban su distribución. Confieso que si me decidí a subir este resumen ilustrado, rescribiendo lo que escribí, se debe a que cada día me es más difícil hablar de historia, sabiendo la verdad en torno a un hecho, que condiciona la interpretación del pasado colectivo. En lugar de dar la razón a mi interlocutor, sabiendo que no la tiene, por no enredarme en explicaciones, que no podrá entender, zanjó la discusión dando la dirección de una página en Internet. Consultada, podrá sacar las conclusiones que mejor le parezca.
L.I.A.T.¿Acaso no se repite la historia?

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