Según el traductor Google, el título de esta nota quiere decir ridículo en japonés, que es exactamente lo que ha hecho el Sr. Rajoy en su viaje al Japón la primera semana de octubre.
Si yo hubiese estado en Japón esta semana y alguien me hubiese preguntado cuál era mi nacionalidad habría dicho que era del Tayikistán, para evitar que me asociasen con Rajoy.
En primer lugar ha hecho un inmenso ridículo frente a los españoles y frente al mundo al aprovechar todas las oportunidades a su disposición para colocarse una inmensa medalla porque su gobierno es el responsable de una milagrosa recuperación de la economía española, milagrosa y peculiar, muy peculiar, porque ir por el mundo pavoneándose de haber conseguido acabar con la crisis cuando una proporción de al menos uno de cada cuatro trabajadores españoles está todavía en paro es un poco incongruente.
El ridículo es todavía más evidente cuando se comparan las políticas aplicadas, los resultados obtenidos y la actitud de Rajoy con la de otro país bastante más pequeño que España, pero que tuvo un problema similar, casi calcado al nuestro. Se trata de Irlanda que hinchó una burbuja inmobiliaria proporcionalmente parecida a la nuestra, que como ocurrió en España acabó afectando a la banca, en especial al Anglo Irish Bank, que tuvo que ser rescatada vía nacionalización, y a consecuencia de la nacionalización bancaria el propio país fue rescatado por la U.E. en septiembre 2010, con una inyección de capital de 85.000 millones de euros.
La política seguida por el gobierno irlandés ha sido totalmente distinta a la del gobierno español. En primer lugar no engañaron a la ciudadanía reconociendo el desastre y tomando medidas desde el mismo momento en que el problema resultó evidente, mientras en España marearon la perdiz durante dos años. Una vez bajo el plan de rescate se negaron a aplicar algunas de las exigencias de la Catastroika como los aumentos bestias de impuestos, y no solo no los subieron sino que redujeron el IVA aplicable a todas las actividades relacionadas con el turismo. También dejaron de aplicar algunos recortes en educación y sanidad, me imagino que por simple decencia. En cambio si actuaron muy a fondo para soltar lastre inútil en su Administración Pública, tanto en equipos y propiedades como en sueldos de gama alta. El Sr. Rajoy se ha esmerado en aplicar incluso en exceso las medidas que suponen perjuicios para la ciudadanía mientras ha perdido la gran oportunidad de reformar a fondo ese desastroso pozo sin fondo llamado Administración Pública. Encima algunos de los que de alguna forma son responsables del desastre irlandés al menos tuvieron la decencia de dimitir, como Patrick Neary, director del Regulador Financiero (equivalente al Banco de España) que dimitió en 2009 cuando el desastre ya era público y notorio y se fue a su casa con la jubilación de cualquier irlandés, que afortunadamente para ellos su gobierno no ha tomado por asalto. Por si alguien no lo recuerda el Sr. Fernández Ordoñez, antiguo gobernador del Banco de España y uno de los responsables principales en temas como las preferentes, Bankia y otros, se fue a su casa forrado y ofendiéndose si alguien negaba que lo había hecho de cine, y nuestro gobierno, Parlamento, poder judicial etc. se lo permitió sin hacer ni tan solo comentarios.
Las políticas han sido muy diferentes y los resultados también lo son. En lo único que los irlandeses no han tenido éxito ha sido en el importante aumento de su deuda pública porque en cualquier caso y aún no aplicando en su totalidad las políticas Merkel es un resultado inevitable, pero en los dos datos más importantes el éxito es indudable. Irlanda es el primer país rescatado que sale de la recesión con un aumento del PIB del 0,4% en el primer semestre de este año, y el paro, que se situaba en el 11,8% en el 2009 cuando estalló la burbuja, y llegó al 15% en 2012, cerrará este año en el 13,3% y bajando. En otros temas como el déficit por ejemplo, después de haber alcanzado nada menos que el -13,4% en 2012, este año cerrarán muy probablemente justo en el -7%, cifra ligeramente inferior a la del principio de su crisis.
Además estos señores, que sí han llevado a cabo una excelente gestión de la crisis en su país, no van por el mundo haciendo payasadas mientras se ponen medallas, entre otras cosas, pero sobre todo, porque al igual que ocurre en España su población está harta y muy sensibilizada por las dificultades que han soportado estos años, y esta misma semana lo han demostrado cuando su gobierno les convocó a votar en referéndum nada menos que la supresión del Senado, tan inútil como el nuestro, y el resultado, aunque por escaso margen, ha resultado negativo porque muchos votantes no lo hicieron contra el senado sino contra el gobierno.
Entre España e Irlanda hay diferencias sustanciales tanto en la políticas económicas utilizadas como en los resultados, pero la diferencia fundamental y crítica es que el gobierno irlandés ha actuado con sentido común, prontitud, inteligencia y honestidad, mientras el español no ha mostrado ninguna de estas virtudes, y encima se dedican a hacer y decir gansadas sobre lo bien que lo han hecho.
Pero no solo de economía vive el hombre, y se puede ser bakageta en otras cosas, por ejemplo ser recibido por el emperador del Japón, que hasta los párvulos del Kazajistan saben que se le debe saludar con una inclinación de cabeza, y mantenerse tieso como un poste, que es exactamente lo que hizo el Sr. Rajoy.
Aparentemente se trataba de desconocimiento del protocolo, pero no creo que el fallo se debiese a la ignorancia de Rajoy, porque aunque nuestros servicios diplomáticos no son nada del otro mundo no me creo que justo antes de una visita del presidente del gobierno al emperador del Japón no se repasase a fondo el protocolo de la corte nipona. Puestos a buscar razones distintas, una podría ser que alguien tan habituado a solucionar problemas a base de dejar pasar el tiempo y haciendo nada, puede llegar un momento en que por falta de práctica le fallen los reflejos. O quizás Rajoy es de los que acaban creyéndose sus propias mentiras y piensa que el héroe nacional, el salvador de la patria que asombra al mundo por haber solucionado el gravísimo problema económico de España prácticamente sin hacer nada más que obedecer a Merkel, aunque solo en lo que interesa claro está, no tiene porque inclinarse ante nadie, a menos que así lo establezca la única, sacrosanta, inamovible, aunque flexible cuando interesa Constitución Española.
Como que ir al Japón a promocionar España para captar inversores nipones y mejorar nuestras exportaciones, y empezar la visita metiendo la pata frente al emperador y delante de todo el mundo, en un país donde las formas y la disciplina son tan importantes, no es ni afortunado ni congruente, me imagino que incluso Rajoy fue capaz de darse cuenta del error e intentó rectificarlo. Por esta razón cuando visitó Fukushima, y me imagino que como compensación, dejó de vuelta y media a los que critican a la empresa propietaria de la central y al gobierno del Japón sin ninguna base ni razón porque está claro que lo están haciendo de maravilla y no existen riesgos de ninguna clase. Justo mientras el vencedor de la crisis decía esto, a kilómetros de distancia la Central sufría una de las peores fugas de agua radioactiva vertida al mar. Mejor que el azote de todas las recesiones económicas se quede en casa disfrutando del agradecimiento de sus paisanos, porque se corre el peligro de que la Marca España ya no la quieran ni como papel usado. Batllori lo resumía muy bien en La Vanguardia con el siguiente discurso gráfico.
Mientras Rajoy hacia el bakageta en Japón, la tierra temblaba en Castellón y Tarragona por culpa, una vez más, del capitalismo del palco del Bernabéu, cuyos costes y beneficios de sus operaciones pagamos entre todos, bien en forma de autopistas y aeropuertos inútiles o pagando las facturas excesivas de servicios públicos. Sería interesante que alguien que tuviese tiempo y recursos suficientes calculase cual es la cifra total por la que hemos tenido que rascarnos el bolsillo los españoles por culpa de Florentino Pérez. Aunque comprendo que la Oligarquía de Madrid en este caso esté sumamente enojada con los exagerados que se quejan y con los metomentodo que exigen información, porque está bien claro que en España nunca se deben buscar responsables porque no los hay, y mucho menos en este caso. Los de siempre son tan burros que no se dan cuenta que su propio nombre lo indica: la Falla falló.