Revista Cultura y Ocio

Bala

Por Stelmarch @Stelmarch

Bala

Suena el despertador y parece que las sábanas tengan tentáculos, me absorben hacia dentro con una marea onírica de sueños involutivos que seducen mi voluntad, ahogando cualquier amago de independencia insolente ante el estruendo que anuncia la realidad… Pero él no se rinde, sigue llamando a las cosas por su nombre con su voz de realidad, precisamente ahora, en lo mejor de mi sueño… Venga! sigue sonando, maldito!! Sigue!!

Saco la mano por debajo del edredón. Noto el frío, es ese frío de cuando empieza a amanecer, ese mismo que se te mete en los huesos y te arrastra hacia el radiador, y pienso con poco entusiasmo en la falda que tengo que llevar para el trabajo. El maldito vuelve a hacerlo de nuevo, ya no queda más tiempo, dice… Unaaaaaa, doossss y tres, me levanto casi de un salto, traicionando a las sábanas: el maldito ha ganado de nuevo. Me pongo la bata y las chinelas y voy hacia el baño sin apenas abrir lo ojos, recordando aún la tibieza de mi sueño, la tórrida escena de mi mundo truncado.

Cinco minutos no es mucho tiempo, pero cinco minutos bajo el agua son suficientes para arrancarme la ilusión, cinco minutos y ya empiezo a pensar, a malvivir…

Quiero volver a sus brazos, quiero dormirme y no despertar nunca, ser siempre una parte de ese todo que vaga en mis noches, la ilusión de un día sin página en el diario, de un renglón sin torcer… Ilusa.

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La noche siempre tiene una bala guardada en la recámara

que espera en silencio 

su momento de esplendor.


Bala

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